miércoles, 23 de septiembre de 2015

.

Olores extraños a esta orilla de Septiembre.

Rasga un rayo en las cimas de la noche. Sin dudar,
sin telas de araña que anuncien su llegada.
Yo tampoco dudo (no serviría de
nada) y me arropo, aturdido, en su huella.

En la luz, una pregunta. Simple y única,
como ciervo que corre a través del pasto
y su silencio. Una pregunta escondida
en el interior de un sobre
que aguarda dentro de otro sobre
(estaba roto ya: ya había muerto),
en la oscuridad más deslumbrante,
besar por fin la luz.
Y esa luz, su rayo,
mi noche,
mi Septiembre.

Rápidamente
entorno los ojos y
rápidamente
cierro los ojos.

Mis párpados se abren.
Microsegundos que llegan, se pasan.
Ya no hay luz
sólo una humedad
desconcertante.
Son mis manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario