jueves, 18 de diciembre de 2014

Machado compuso AltLit

Machado diría que eres fuente,

una gran fuente de chocolate caliente.

* * *

Voy a componer una novena sinfonía sobre tus pies en la que hablaré del misterio bajo esa nariz de ardilla que sabe dar los buenos días.

* * *

Quítame la venda de los ojos.

¡No, no!

¡Pónmela otra vez! ¡Tápame esta vista!

¡Arráncame los ojos!

* * *

El mundo es demasiado amplio y yo demasiado ratón para enfrentarme a su luz.

En los sueños se está más cómodo y más caliente que en la ciudad.

En la ciudad llueven pájaros muertos y los motoristas salpican las mentes de rostros fruncidos.

Y nuestras mentes son el suelo
y no nos importa pisarnos.
Ni a los motoristas.

* * *

A veces finjo que yo soy distinto,
que soy más que alguien aquí.

Pero todos vuelan alto y yo me quedo a solas con una caricatura de mí mismo,
temblando y sollozando por alguna razón que jamás desconozco...

* * *

A veces soy distinto yo aquí,
finjo más que soy alguien.

* * *

A veces

no soportaría

enfrentarme al espejo

y ver más que una mota de polvo.

* * *

¿Cómo pueden ser tantos

genios

en el mundo?

* * *

He decidido que sólo quiero un billete de primera fila en Marte

y desde la Luna ver fuegos artificiales en tus labios rojos y rojos.

Y romper el billete en cuatro trozos porque ya no sirve de nada y tú lo has echado todo a perder.

* * *

Machado hizo AltLit pero a él nadie le quería

ni le quiso

ni le querrá.

Sólo él.

* * *

Qué a gusto estamos los dos sentados leyendo nuestras pantallas

qué hay dentro

mientras bebemos de los límites

qué hay dentro

y de paso nos besamos

qué hay dentro

* * *

Yo también quiero un Platero

y un Lorca que componga en sueños mis canciones.

* * *

no joder yo no quiero ser del mundo

* * *

"Ayer te fuiste y hoy he descubierto que las hojas de los árboles me molestan en el suelo."

Y discurrimos en que era yo el que me había ido.

* * *

Orla, premio, célebre, mundial...

Me apetece poner palabras obscenas porque me molesta la cara con que me miran desde sus grandes obras.

Y no borran su sonrisa...

* * *

Todo sería más fácil si pudiera convertir palabras en días libres y autobuses y en Noruega y en hojas de invierno y en ti y en asombrosidad espectacularizante.

* * *

Sí, ¿y qué?

* * *


¡Oh, libertad,
guerrera libertad!

¡Oh, sueños,
decadentes sueños!

¡Oh, realidad!
¡Tú mueres!

¡Fuera!
¡Largo de aquí!

viernes, 12 de diciembre de 2014

Perspicacia

vete

no mejor quédate

aún he de respirarte


* * *

Sólo el sí vuelve a sí solo

a susurros

sólo el sí vuelve en sí por sí solo

por susurros

si sólo el sí vuelve por sí solo el sí no está solo

entre susurros

está con su sí y con su sólo

o quizá no tanto como pensamos

o quizá no tanto y por eso puedo escribirlo

o quizá demasiado y quizá recuerda que un día lo hicimos y fuimos rosas y tulipanes

¿qué?

a nadie le importa eso

* * *

la poesía más extraña es la que suena desde la soledad
y viaja al interior infinito

lo infinitud más íntima es la que viaja hacia su poesía
y suena en extrañeza asolada.

lo asolado más sonoro es lo que intima sobre el infinito
y extraña su poesía viajera

* * *

¿adónde nos fuimos?

no me encuentro muy bien aquí

no pienso pisar un teatro en mi vida ni una biblioteca

bueno

una biblioteca quizá

qué sería yo sin alma

mi alma es seria y qué

los niños inocentes son los que más cuerdas rompen y menos nudos hacen trizas

y qué somos nosotros
los que más qué

si nos mudáramos a dónde
podríamos amarnos cómo
e incluso morirnos cuándo

jóvenes
siempre jóvenes

* * *

el principio murió en un suspiro

fue tan grande y se escondió detrás de tus pulgares

tanto que tuve que ir tras ellos y sacarlo como fuera

y entonces vi tus labios

los labios de tus ojos

y ese círculo de color oscuro que se forma a su alrededor

y esas voluptuosidades de historias y medievos que se mezclan con sofismos

ah las primaveras corriendo y saltando tras los otoños

dónde estuvo el final

dónde si el suspiro fue un beso

si por mirar a los suspiros nos besamos quinientas veinticinco veces

y nos besamos desde dentro como si el alma supiere besar

y nos besó en subjuntivo y en colateral

y ahora qué hacemos dime qué hacemos

y ahora qué somos

si el suspiro estuvo en un principio y el principio fue un suspiro

si el suspiro es un beso y el beso corre tras nuestras almas

y nuestras almas

nuestras almas qué

qué son nuestras almas

* * *

nuestras almas son alma

como poesía es poesía

como realidad lo es
y los sueños

y los suspiros no son sueños

los suspiros son sólo besos

y la realidad no es suspiro

los suspiros son del alma

* * *

los suspiros qué
qué son los suspiros

aún la pregunta suspensa se confunde con el polvo suspendido en el aire

no intentes evadir los besos con respuestas

ya es tarde para obviarme

ahora la pregunta es real
qué son los suspiros

no guardes el silencio allí podrías lastimarte

y contesta

los suspiros son el alma de los besos

qué atrevimiento decir eso

cómo seremos suspiro beso y alma

o hasta cuándo me refiero
hasta qué

hasta que digamos qué

hasta que digamos basta

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Nobody cares

Siempre quise ser alguien.

Hoy, mientras cabalgaba, me he dado cuenta de que soy menor o igual a nadie.

martes, 9 de diciembre de 2014

Envidiosidad

toc toc

quién es

alguien mejor que tú

¡¡Fuera!! 
no sea que te envidie

entonces no habría marcha atrás

lunes, 8 de diciembre de 2014

Jé.

Rimbaud hijo de puta.

Monstruosidad.

Los monstruos que habitan mi cerebro qué son sino sombras de mi muerte.

* * *

Pobre Bécquer:

jamás sabrá que fue un famoso de Bollywood.

¿Y yo? 
¿Qué no sabré que fui yo?

Cuando escalofríos no golpeen descarados mis venas.
Cuando mi último aliento grite adiós 
y hasta el propio grito expire.

¿Qué sería yo sin grito?

Mis manos tiemblan y sólo estoy de espaldas al mundo.
Frente a él soy más que polvo y menor o igual a las cenizas.

* * *

¿Cuántos años llevo en Marte?

Tranquilo, sólo es una daga clavada en el vientre,
nada más que una herida profunda:

sanará nunca.

* * *

Llévame en brazos, Mozart.

Podremos descansar dónde,
muriendo jóvenes,
abrazándonos en música:
tú pones el talento,
yo el orgasmo en los oídos.

* * *

Las cosas que pudimos hacer hoy,
- tal vez follarnos -
y dejamos para mañana,
¿qué son?

He parado la música y el silencio me advierte de recientes sueños tan albos como al morir.

* * *

La llaman estúpida
y su vida corre, corre,
corre lejos.

* * *

Hoy ha sonado el otoño demasiado temprano,
y al apagarlo
he descubierto que mis manos
no son mis manos.

Las manos que pensaba que tenía, tiene gracia, no están aquí.

- señalo mis muñones -

Sino allí.

- señalo un retrato.
Es un niño francés con cara de mono y adicto al hachís.

* * *

Ahora en serio,
has añadido demasiado azúcar a mi té

y ahora sabe a una cosa rara y café que se hace llamar retorcida.

Oh...

* * *

¿En qué



me he convertido?

domingo, 30 de noviembre de 2014

Delirio #47: No lo hagáis

Inmerso en mis palabras:
¡no me devolváis a la realidad!

Una vez más

Y a las pupilas
me detuve a observarme
en los perdidos espejos
de tus ojos de diosa.


¡Oh, no!
no eres tú mi diosa

tan sólo eres una malcriada señorita
que todo el mundo adora.


¿volverás a enseñarme los ojos?
sólo una vez más

jueves, 27 de noviembre de 2014

Mañana tengo examen de historia pero la sociedad me necesita

Ven a dormir conmigo:
aquí fuera todo está demasiado oscuro.

Intento abarcar la oscuridad con mis manos

¿conoces qué "imposibilidad" significa?
¡déjame en paz!

* * *

Preguntas,
¿respuestas?

¿dónde vais que no es mi almohada?

no tenéis derecho a consumir mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

* * *

estallaron mis oídos ayer por la tarde,
¿por qué continúa ese ruido?

No está lejos,
ya viene de serie.

Con mi mente, digo.


¡Mira, mira!
se mete bajo la piel
y de neuronas y reflexiones teje un nido.

Espera...
Ese nido no es suyo

¡Espera!

¡No te vayas!

¡No!

¡ahora llegan las preguntas!

¿qué no explotará en mi mente
esta vez?

y mi sangre juega un juego absurdo

¿qué hago aquí?
y, ¿cómo llegué aquí?

sólo se me arranca el corazón solo

no son pérdidas importantes si no tocan

el alma

si, bajo esta presión infinita,
de restos quedan ella.

martes, 25 de noviembre de 2014

Delirio #46: Cascada de pelo

Fuimos cómplices,
ladrón y sombras,
como lobos, escondidos,
entre rizos y entresijos,
y misterios sin resolver.

¡Tan lejana fue la música...!

Y las notas que tocamos,
danzarinas y ligeras,
como viento o suave brisa,
que mecía tus cabellos.

Y las horas eternas,
de tiernos besos y pasiones,
de inconclusa búsqueda
por lo ancho y lo divino;
mis manos por tus manos
y un beso que escapaba,
lejos huyó, lejos
de ti, de mí, del mundo,
que entre tus cabellos
encontramos.

Entre beso y beso,
risas.
Risas tímidas
y tímidos suspiros,
silenciosos y vívidos,
consumidos en pasiones,
escondidos en secretos;
en tus labios y en los míos.

Y tú, que sin piedad
reías,
y volvías a reír,
yo sentí que me moría
a risa, beso y
de nuevo, sonrisa.

* * *

¡Cómo tus mejillas encendidas!
Vivas llamas color de rosa,
como tímido fuego
sobre nevadas praderas,
y mil pardas lunas que jamás pude contar.

Ardiendo estaban todas,
vivas.
Sin saber bien cuándo, cómo
o por qué,
ni qué hacían allí.
Sólo eran, y temblaban,
al sinuoso y trepidante ritmo,
de las preguntas sin respuesta,
de canciones indiferentes,
que, entre tus cabellos,
resonaban.

Y junto a tus mil lunas
te meciste.
Tu ritmo y mi compás,
a tormentas compusieron,
los eternos himnos que agitan,
turbulentos corazones.

Viejas notas de viejas melodías,
desde el ímpetu de las pasiones,
besaron tus besos mis labios,
y mis labios tu mirada.


Y fuimos en la nada,
cenizas
que el viento esparce,
desde el fuego del alma.

Y fuimos fugacidad,
presos
por nuestras manos,
humo, suspiro, paréntesis.

Delirio #50: ¿Dónde irá la niña?

¿Dónde irá la niña?

La niña, la niña llora.

¿Qué será de sus dorados cabellos

- la niña, la niña llora -

y de sus rosas mejillas?

La niña, la niña llora.

¿Qué, de sus pupilas,
agua, cielo y virgen;
fuentes que son espejos
de manantiales cristalinos?

¿Qué será de las perlas
que cuelgan de sus mejillas?
¡Y cómo adornan juegos!
¡Y cómo encantan fiestas!

¿Dónde huyó su canto,
que atravesó páramos,
cabalgó colinas y valles
y tantas flores vio nacer?

Los arroyos enmudecían,
los pájaros callaban,
y las nubes se corrían.

Silenciosa, su canto
mudaba
entre finas hojas,
entre pétalos y esmeraldas,
entre carbones y huesos.


¿Adónde fue la niña?
Y sus buenos ojos,
iluminaban negras almas.

La niña, la niña llora.

¿Qué fue de la nieve

- la niña, la niña llora -

que pisó con sus talones?


¿Qué fue de aquel fuego,
flamas de agua y sal
que tras sus párpados escondía?


¿Adónde fue,
dime, la niña?

¿Adónde fue,
que me traspase?

Delirio #48: Ciegos

¿Seré yo el único rey tuerto
en este mundo ciego?

lunes, 24 de noviembre de 2014

Juguemos a ser sombras.

Juguemos a ser sombras
disfrazadas de colores.
La bruma de la mirada,
esa con que me miras
¿cómo lo haces?
Dice el mar que eres la envidia
de sus olas.
No, realmente.
Las olas del mar son tú
y tú eres ellas.
Y también eres el cielo,
que surca mi mente cuando
¿escribo?
* * *
Eres los pequeños detalles aburridos,
¿aburridos?
Aburridos.
Y yo, ¿qué soy yo?
Estaría bien preguntarse,
de cuando en cuando,
o un porqué transversal a un quizá.
O esa cosa que diverge,
ese qué soy yo
que no sé qué es.
Yo qué soy.
Tú qué eres.
Tu qué eres.
Podría darse por muerto
ese qué soy yo
si lo encontrara.
* * *
Juguemos a ser sombras
fundidas en nubes
y sus lluvias.
O en auroras boreales.
Seamos sombras
entre mantas y deslices,
"creo que no debería haber dicho eso"
y lo dije
y tus labios cuando sonríen
acabaron conmigo.
de nuevo
* * *
Tirados como cosas
sobre el salón de tu sofá,
somos,
¿qué somos?
Terciopelo y música clásica.
Y tus piernas y las mías
componen un acertijo
¿cuáles diablos son las tuyas?
a resolver por el reloj.
O esa maraña de pelo
enredada entre mis dedos.
* * *
¿Qué somos?
dime
¿qué somos?
Somos nítidas sombras
claras, como luna,
claras y consumidas
por el tiempo que aún nos resta
y nos convierte en invisibles.
* * *
"Para que cuando nos veamos,
todo esto tenga sentido."
Y morí.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Los ángeles también florecen

Los ángeles también florecen.

No, no vayas por allí.

Arriba es abajo
y abajo cualquier lugar.

¿Eras tú quien decidió
escalar profundos valles
y pintar azules tonos de negro?

Abre la puerta.
¡Ya!
No podría esperar a besarte.

De hecho,
lo estoy haciendo.

Llevo años haciéndole el amor
a la ridiculez
y acostándome
con lo patético.

Diecisiete años sin saber que existo.

Y llegas ahora tú y te dedicas a destruir.
¿Qué?
¡Sí!
Me.

Mira los pájaros del cielo. Creen que son libres,
y yo, un halcón.
¿Cómo?
¡Sí! ¡Sí!, cuando las letras que escribes
rozan mi piel
y soy esclavo
del susurro que discurre a lo largo de tus tacones
que hasta tus ojos baja
como las nubes verdes
y los verdes corazones.

Verde... verde...
¿Verde?
¡Todo verde!
¡Todo!

Los disfraces,
la arena de la playa,
los rizos de tu pelo,
corbata -soga- alrededor de mi cuello...

El cielo es negro.
Negro, negro, negro.
¿Recuerdas cuando de noche lo pintamos?
Yo, a veces, casi.

De hecho,
observé la luna con microscopio,

desde dónde,

y vi un espesor rojo y rojo
con sabor a dulce y

* * *

Sí.

Decididamente es triste.
Como los días de sol y playa,
como las casas rojas con tejado negro,
como esa gente que saluda diciendo adiós,
como el grito de un niño que se ahoga

entre risas de otros niños.

* * *

O.

No, no vayas por ahí.
Por lo grandilocuente y... ridículo.

Ridículo.

¿Quién querría ser
ridículo
a ojos de nadie?

* * *

¿Dónde están los ángeles?

Huyeron por donde viniste,
ni por qué ni cuándo,
sé.

¿Te gusta la lluvia?
Deberíamos bailar
sobre la atmósfera terrestre,
no sea que salpiquemos de negro
los charcos,
o de colores brillantes de viento,
ese que tú oyes
entre amaneceres de luna,
y ¡zas!
anocheces en canciones.

No tienes derecho
a quedarme sin palabras
cuando grito
y gritas.

El mundo estuvo loco
y lo estará
después de nosotros.

¿O somos nosotros los cuerdos?
¿O eres tú un mundo?
¿O universo?
¿Teoría de cuerdas?
Tuya y mía.
A partir de mañana nos separamos
quince y medio pasos
hasta que ya fatigados nos quedemos sin aliento en el dilema de sí o no
respirar.

¿Quién es aquí y ahora
el loco?

* * *

Los ángeles también florecen.

¿Cuándo?
Yo no los vi.
Ni creo que los bese.
¿Quién querría besar un ángel

o atraparme entre tus labios?

viernes, 21 de noviembre de 2014

Horrendidad.

Carantoñas que adornan tu hermoso rostro.

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro



Eres horrenda.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Delirio #39: Chocolate. Abrazo. Mmm... Eh... No sé....

Sobre tu blanca piel
y sus remotos lunares;
entre tus desordenados rizos,
y bajo la luz de tus ojos,
fluye, con gracia divina,
no sé qué es lo que recorre,
dulce, tus dulces mejillas.

Arriba de tus besos,
quizá en lo oscuro
de la bruma,
o en lo húmedo
de lluvia o lágrimas,
que son gotas,
de amor o espera,
y en mis ojos
dulce, dulce canto.

Será agua,
y como agua fluye,
incolora sobre la piel,
lúcida y gigante,
a través de nubes y estrellas.

O rota,
como yo soy roto
cuando tú lloras
lágrimas de sal
y arena negra.
No brotan de tus ojos,
no
en tu gélida pupila:
mana tu llanto de dentro,
gemidos y sollozos
desde donde no alcanzo.

Llanto rojo,
llanto en llamas.
Gemidos y lamento,
nacen de lo informe
y desconocido.
Desde allí,
donde acucian los temores,
allí... allí... allí...

Allí no llegan mis manos.


¿Son de amor?
¿O de qué son, dime,
tus vírgenes sollozos?
Crujen y estallan,
se rompen y quiebran
sobre mi pecho.
La tormenta desatada,
nubes negras se desgarran
y arrojan
lágrimas, tus lágrimas,
¿o son mías?,
entre truenos estruendosos
y gritos más lejanos.


¡Oh! ¡Espera!
¡Ya lo veo!

No son lágrimas,
ni de nieve copos.
Tampoco lluvia,
como si del cielo,
pudiera caer qué,
¿sobre nosotros?

martes, 28 de octubre de 2014

No sois vuestra capa blanca (Canción de Hielo y Fuego)

Apartó la vista.

- Os tiemblan las manos -señaló ella-. Me parece que preferirían estar acariciándome. ¿Tanta prisa tenéis en poneros la ropa? Os prefiero tal como estáis. En la cama, desnudos, somos nosotros de verdad, un hombre y una mujer, amantes, una sola carne, tan cercanos como pueden estar dos seres humanos. La ropa nos convierte en personas diferentes. Yo prefiero ser carne y sangre, no sedas y joyas, y vos... No sois vuestra capa blanca.

sábado, 25 de octubre de 2014

Delirio #22: Alma, suspiro y beso. Énfasis.

Sólo realidad queda,
cuando el inmenso mar desemboca,
en los ríos de tus venas.

Y tú,
quieta y callada,
lo dices todo,
sin palabras.

Si algo se llevó el tiempo,
¿qué fue?
Tras de ti, nada.
Quizá menos.

Vives en los sueños,
delirios amargos y afligidos,
como luz que reluce,
en una inmensidad oscura,
o escondida en tu mundo,
que es el mío;
mundo de sangre y monstruos.

Te acercas, confundida
y gritas, temerosa.

"Te adentraste demasiado",
digo con miedo.

El rubor asciende por mi cuello.
"Caminaste muy lejos,
 donde cabalgan mis fantasías"
Concluyo con rapidez,
sin pensar
que tú eres mis sueños.

E inconcluso,
en el éxtasis de conocer
tu interior,
como tú conoces el mío,
me acerco a tus besos
del alma,
confundidos en un ayer
hoy perdido.

Tú ayer
nunca me amabas.

Ahora, perdida
aún tanto o más que yo,
vienes y suplicas:
"No me traspases, mi amor"

Y yo traspaso,
inocente por tus besos,
los límites de tu besar.

Así,
sin rozar tus labios:
yo te beso,
tú te dejas besar.

* * *
Detrás de tus besos,
suspiros.
Más allá de los míos,
suspiros de otros suspiros.

Atravesando el interior
de nuestra alma,
como suspiro o como beso,
como el fuego con su llama
no son dos,
que sólo es una.

Y nuestra alma,
de mil suspiros tejida
por cien besos forjada,
¿dónde está?

Quizá en el viento
que son nuestras miradas.

Quizá en el agua,
que son nuestras palabras.

Quizá en el fuego,
que son nuestras pasiones.

Quizá es amor,
y como amor se esconde
más allá de nosotros:
entre canciones,
entre suspiros,
entre besos.

* * *

El día en que miraste
bajo el alma,
los suspiros y los besos,
tan distinguida y admirable...

Aquel día alcé la vista
cien distancias hacia el cielo

y encontré que te observaba

y observé que me mirabas

y tus ojos hicieron magia.

Dorados, verdes, azules,
se tornaron.
¿O fueron soñando los míos,
que, absortos -más- fascinados,
de arcoíris los disfrazaron?

¿Fueron tus besos?
¿O fue el rastro que tus dedos,
ardientes y temblorosos,
en mis mejillas marcaron?

¿O tal vez fue mi mano,
perdida y extrañada,
ciega, a tientas,
te buscaba?

Aquel día te encontré
entre sueños y mañanas,
entre amaneceres nublados,
entre lluvias cálidas, invernales.

De todos tonos llenaste
todo mi sincolor,
y, a carcajadas,
"¿Estás ciego?"
"¿Cuánto tiempo?"
preguntaste,
y otras mil más maravillas.

Tus palabras me llenaron.
Inspirabas
desde el vacío hasta los sueños,
sueños, sueños inalcanzables,
más allá del sentimiento.
O realidad.
O razón.

Por extrañas sendas me llevaste,
y aún perduran
su brillo y su color.
Tú, que a mi lado sigues,
aun dormida y azulada,
eres fuego por mis venas,
y por fuego, las pasiones.

Junto a mí
eres silencio
y voz que brama,
al inmenso mundo,
al eterno infierno.

Inmersos en realidad
nos perdimos...

A beso tímido,
o tímidos besos
nos encontramos,
donde perdidos suspiros,
tuyos y míos,
y volando nuestra alma,
ligera y despierta,
volando, verde,
verde hacia lo infinito,
como rojas nuestras palabras,
tuyas y mías,
vuelan en nuestros corazones.

Humo. Suspiro. Paréntesis.

Delirio #25: Delirios confusos.

Cuando te observo,
mirando al cielo,
y me pregunto:
¿qué tienen las nubes,
sobre ti,
blancas y hermosas?
Y el cielo es color púrpura.
Veo entonces,
tras el horizonte,
nubes rojas que son sangre,
pardas nubes otoñales,
y otras negras de tormenta.

Ostentosas y deformes,
recuerdan otro Abril
perdido:
lluvias rojas, negras, pardas...

Y las estrepitosas horas
de amores viejos
y otros juegos...
Gota a gota me besabas.

* * *

Vuelta, regreso,
dolor de dolor.
La realidad me absorbe
y tú eres ella.

Me atrapa hoy,
cuando los corazones son rotos
y los espejos corazones.

Y mis lágrimas no brotan,
nacen,
de lo más íntimo
que compartimos:
besos o caricias,
ya sólo tuyas.
Jamás son mías.

* * *

De mí que ayer reía,
de ti que ríes ahora,
y yo quebrado, muero
a través de Lírica:
lloro, lloro, espero.

* * *

Aguardo nada ya.

Sólo a Vacío me aferro
que, obstinado, aún siento.

* * *

Frío.
Sólo frío.

Dentro y fuera,
en el costado, en los ojos,
en el alma.

* * *

Lejos,
tú de mí.

Me apartas,
con tus manos de seda.
Yo besos tus dedos,
soga mía, lápida, ataúd.

* * *

A morir espero
y duermo lejos,
tú de mi,
y yo de ti.

O aquí tu aliento sopla.
Aquí, jamás volverá.
Calor escapa;
no alcanzo a verte...

Ni Amor.

* * *

Concisas tus palabras;
conciso tu adiós.

Concisas notas,
quejumbrosa melodía,
que, en armonía,
un acorde,
vuelta;
dos acordes,
marcha;
tres acordes,
invisible;
cuatro acordes,
dolor;
quedo dolor.

* * *

Animoso viento
roto y esparcido.
Aún en Abril se oyen
sus agónicos gritos:
de Tiempo y de Lamento.

Vientos ya pasados
vienen, vuelan.
Son de Tiempo marea.

Vientos ya perdidos
gritan, claman.
Son de Lamento risa.

Vientos que son brisas:
una que te lleva
y vuelas,
otra que me guía
a rastras,
y otra abominable brisa,
que sueños ahoga,
nos separa.

* * *

-¿Y el fuego?

-No lo recuerdo.

* * *

Vacío.

Por corazón,
de oídos vacío.

* * *

Más que amor,
más que besos,
más que risas.

Más que dolor,
más que angustia,
más que llanto.

Más, indefinible,
más, mi amor,
que aquello por lo que un día vivimos.
O ilusioné.
O expiré.

Y por sentir más
me consumo.
Más que los sentidos,
más que todas realidades,
las que me llevan,
y aquellas amigas,
que jamás lo harán.


Más que sueños,
más que inspiración,
es aquello que nos sobrepasa
a ti y a mí.
Es aquello que no alcanzo:

Más.


Y con hastío detesto,
y detesto detestar,
que a dolor acaricio
aquello,
y su difusa forma
inalcanzable.

Jamás.

* * *

Humo. Suspiro. Paréntesis.

lunes, 20 de octubre de 2014

Delirio #23: Tus maravillas

Y si he de describir tus maravillas no hablaré de oscuridades ni de sombras.
No diré de aquellas veces en que me faltó inspiración. Aquellas en que, con un nudo en la garganta e incapaz de respirar, dejé de sentir calor bajo la piel.

Entonces no era yo.  Nunca lo había sido.
Si tuviera que decir de ti, sin duda, no existen palabras.
¡Y cómo viniste, inaudita e imposible!
Tú, esplendoroso huracán, y los furiosos torbellinos que adornan tu cabellos
Soberbio tu mirar, hiriente en mis pupilas, y tus mejillas dulces, sin duda.
Rojos tus rojos labios.
Rojos, rojos, rojos.

Entonces llegaste,
cuando yo hablaba de amor,
y nunca había sentido.

Todo lo despejaste, fuiste tú la única que traspasó mis verdades,
y fuiste tú la única verdad.

Y el maravilloso mundo a tu paso, nunca antes.

* * *

La desesperación de que has llegado envuelta en llamas, traspasando formalidades, y a mí.
Y yo, ¿cómo atravieso los altos y profundos límites? ¿Cómo llego a ti,
si tú me faltas?

Jamás sabré.
Nunca seré yo, no a mi manera, a ti. 
Y tú, inmortal, caes desde tantos delirantes e imposibles ángulos, violentos y arrinconados, del invisible color que envuelve lo lejano.

Yo, inestabilidad. Incapaz de recorrer, a duras penas caminando, tu blanca piel. Sentir tu cuello en mis dedos, o al revés, a ras de sentir.

Tu espalda correspondería a mis brazos si tú quisieras, y tus caricias, suaves, como etéreas, narraran mis mejillas, ahora ardiendo, vibrando, encandiladas y perdidas.

Tus labios, tiernos, y  más aún tus besos. Así una noche, nuestras almas desnudas, entre silencios y desdichas, serían más allá de las palabras, donde se ocultan, tras la luna y su esplendor, los deseos.

¿Cómo silencio? ¿Cómo desdicha si, a un relámpago, por fin te veo?

¡Cómo tú eres vida y la armonía que te viste como si floreciera, a tus pasos, la primavera!
No naciste para el futuro,
tú eres presente, viva y libre.
Y, quién sino tú, presente, enjuagaría mis lágrimas en sonrisas y me besaría, un día veneno, hoy dulce licor en tus labios.

* * *

Tu mundo.
¿Cómo atravesar tu mundo si tú, a fuerza de mirar, has devastado el mío? Acabaste con recuerdos, olvidos y pesares y ya no vivo, por tu inocencia, en mi angustioso y verde pasado.
¿Cómo, si a fuerza nos estrechamos, y a segundos, tú y tus labios, vivos y deseosos, palpan los instantes?
Y me besas. Y te beso.
Y besarte con insólitos besos.
Besarte, besarte, besarte.

Y ser, ya nosotros, como tú eres en mí y yo en ti sería. Recobrar el sentido entre tus brazos y no en palabras o comas o suspensivos.
Porque tú, absoluta, te deslizas por mis delirios silenciosa.

Y es tu veneno,
veneno mortal de amor.
* * *
Intento, causa perdida.
Sentimientos imposibles de encauzar.
¿Cuán grande sería el río, mar o abismo
si de contener lo sentido se tratara?

Y el mundo que no entiende,
y  jamás comprenderá
que el amor es más
que lo que tú y yo somos.

Que lo que yo siento por ti,
lo siento solo,
y  que eres tú dentro de mí,
aquello delirante e infinito,
que me hace sentir.

Y más que misterioso,
más profundo e invisible,
allá lejos,
de mi percepción,
y mis palabras,
turbias y violentas,
es aquello en tu interior,
y la respuesta:
¿qué soy yo dentro de ti?

Humo. Suspiro. Paréntesis.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Delirio #10: El traspasar de tus besos.

Fue un beso largo, profundo, de aquellos que no se olvidan.

No.

Fui pleno, aquel día
 en su palpitar.
Fue absoluta,
ella y sus gélidos besos,
inolvidables,
a ras del alma.

Fueron dagas todos ellos:
quietos y silenciosos,
me traspasaron.

Y mis optimismos,
a hechizos y besos,
se convirtieron en abismos.

No puedo escapar.

sábado, 11 de octubre de 2014

Delirio #21: Tú, tormenta.

Es el mar y su bravura,
titánicas olas de fuego,
despertar.

Es pretencioso huracán que todos sueños arranca de la tierra.
Es terremoto, la tierra y su movimiento,
se agita el horizonte, impotente,
tu suave pisar.

Se rompe el cielo, catástrofe.
Caen al suelo
mil cadenciosas lágrimas
inspiradas en tu mirar.
Vacío el mar allí en la altura,
no queda nada ya,
más que formas sin cuerpos.

Quiebran montañas, estallan volcanes.
despiertan océanos y aclaman,
viva voz, gritando,
tu llegada.

Con miedo el viento sopla,
ahora que has pasado
de largo,
sin mirar atrás.

El rayo o la estela
de luz,
nunca pasarán.
Los truenos rugirán jamás,
vendavales, suaves brisas
y el mar,
antes fiero,
ahora terco y sereno.

Tú no dudas
en encender y avivar fuegos,
allí en tu caminar,
sea lejos,
nunca cerca
de mí y de mis llamas,
muertas ya,
o moribundas.

Porque antes prados verdes,
ahora yermo desierto.
Viva tormenta de vivos rayos,
no se desató,
no a tu marcha.

Ahora todo en calma,
amor huyó
y tú con él.

Allí lejos,
tú sola
y tu risa,
ira, 
viento despierto
que duerme en mi pesar,
risa que son mis lágrimas.


* * *

Sendos ríos de plata,
dos por par de cuentos,
uno de hadas,
otro de locos.

domingo, 5 de octubre de 2014

Delirio #12: Los triunfadores

¡Allá van los triunfadores! ¡Allí, lejos, atravesando el horizonte llano! ¿Los ves?

¿Vislumbras su grandiosidad?

¿Sientes su poder, sus magistrales palabras, ídolos por las masas? ¿No vibra acaso tu piel a su cercanía?

Ellos, poderosos de ignorancia, mentes vacías su botín, vanas palabras su letal arma.

Ellos, que cantan y, con su magnífico cantar, no dicen nada.

Son mudos, ellos,
sordos sus seguidores.

Y ellos, triunfadores, están allí arriba, allí lejos, allí,

imposible.


sábado, 4 de octubre de 2014

Delirio #11: Apariencia

Apariencia.
La lluvia, silenciosa, inspira con su canto los sentidos más invisibles. No hay un mañana. Hoy no.
Hoy todo es lo que parece, no existen líneas paralelas, ni segundos sentidos, y se han extraviado las indirectas. Muerta la magia en sus mejillas, y sus ojos, enfermos, grises.

Ella, marchita como flor en otoño, susurra, llora, grita.
Pero no ama.
"No", dice, "nunca más a los rotos, a los olvidos. Nunca al sol y nunca sus rayos. Desde ahora la lluvia me acompaña."

Y fue con lluvia, truenos y relámpagos. Pisó corazones rotos, inspiró almas vacías, pretendiendo, delirando, olvidar.

¿Cómo olvidar lo ya olvidado? ¿Cómo pretender, en acto de cobardía, ignorar, si amando y a base de amar, nos hacemos y somos nosotros?

Y ella amaba.
Amaba los días grises, los vestidos de flores grises y las lágrimas grises que brotaban de sus ojos grises. Nunca más hubieron mañanas, risas o miradas vivas. Todo murió en una inimaginable tarde de otoño.

Y todo se tornó más oscuro.

Cuando los amores olvidados acechan, más oscuro.
Cuando ella, dispuesta a olvidar, busca, más oscuro.

Cuando el viento, tornado, sopla a a su alrededor, corta y hiere más que los más afilados filos, más incluso que una flor recién cortada, desprende un dulce aroma y, regalada, encierra aún más que promesas, sueños.

Y encierra sus rotos, y más rotos aún, dentro de sí, muriendo por aquello que, con recelo, guarda, expectante, en un inesperado sollozo, explotar.

Y explota y todo es ruina.

Ella, enmascarada, no vuelve.
No volverá.

Nunca jamás, si jamás pudiera, escapar de sí, huir a ningún lugar, dejar de ser.

Y ella, niña de tormenta, no pudo escapar.



¿Qué me queda?

jueves, 2 de octubre de 2014

Delirio #7: Amelie

Y de todas las miradas que se perdieron, entre todas ellas, la tuya, clara, salvaje, y la mía, fúnebre.

Y de todas las crueldades del mundo, la mía y la tuya: encontrarnos.

De todos los quizás, el tuyo a mi hora, el mío a tu llegar.

Y de todas las agónicas historias de amor, rastrojos negros, marchitos y la extraña hermosura que emana de ellos, blanca y pura, emerge, allí tendidos los huesos, pequeño yo, brillante tú,
y lo que fuimos.

Jamás seremos, muerto el amor, ¿qué nos queda?

Seremos jamás, excepción,  mirar prohibido.

Abstractos, tú y yo, extraños a los ojos, pertenecemos a los corazones, al no querer, al olvido.

Y de todas las miradas, la tuya, vacua, y la mía, perdida.

Muertos, tú y yo, caminamos, nunca de la mano. Nuestros ojos, gélidos, gritan "odio".
Tu corazón y el mío sollozan, cansados.

* * *

Amor derribó, de un aliento, tu cuerpo sobre el mío.
Tú decías quererme,
yo fingí creerte

Amor pasajero y tú culpable de querernos.

Los sentimientos ya muertos
y los que fallecen a tu mirar,
Caen allí, lejos, donde tú caminas.
Junto a mí.

Te veo, como agua clara, transparente. Tu voz, quebrada, como tantos otros, mis sueños.
Hoy eres como nunca fuiste.

Marchó amor dejando nada, polvo y cenizas,
que somos nosotros.

Y donde nada somos y nada seremos, ciudad de rotos y otros tesoros, apareces, de nuevo, cálida en el corazón, invierno en tu ser.

Y tu corazón venenoso me envenena.
Me acerco y muero.
Muriendo, te beso.

Y entre beso y beso, caricia y risa tímida, ascendemos, ya nunca tu y yo,
 los dos,
nuevos,
como fuente y su agua que mana virgen.
Tú y yo y nuestro amor,
donde no existe el pasado,
donde podemos ser, sentir, querer.

Nos.


Quebrado el mundo a mi compás.

Y al tuyo.

Roto tu mirar, más rotos mis sueños,
ennegrecidos, moribundos,
de realidad.

martes, 30 de septiembre de 2014

lunes, 29 de septiembre de 2014

Delirio #15: Nosotros los marginados

Deberíamos ayudarnos entre nosotros,
nosotros los marginados.

Marginados de Dios,
Dios que no es nuestro,
nuestro pesar sí lo es.

Es ese Dios de hombres,
hombres, que no nosotros.

Nosotros los marginados,
marginados de la tierra,
tierra que no es nuestra,
nuestra es nuestra vida,
vida y nada.

Nada más que dolor,
dolor y, de dolor, doliendo,
doliendo tú,
tú dueles en todos,
todos los hombres,
hombres que no somos nosotros,
nosotros los marginados,
marginados que no solos,
solos ante el mundo,
mundo que es nuestro jamás,
jamás seremos nada,
nada será nuestro.


Nuestro es otro mundo,
mundo de palabras,
palabras, sentimientos,
sentimientos vívidos,
vividos en pasado,
pasado tormentoso,
tormentoso como nosotros,
nosotros los marginados.

Marginados, distintos,
distintos a los hombres,
hombres sucios, traidores e iguales,
iguales entre ellos,
ellos, que no somos nosotros.

Nosotros los marginados,
marginados, nunca solos,
solo estamos locos,
locos de amor,
amor que eres tú,
tú, inspiración,
inspiración, poesía,
poesía del alma,
alma marchita,
marchita primavera,
primavera del mundo,
mundo de maravillas.

(Maravillas, palabras.
palabras, nuestro cáliz,
cáliz del deber,
deber que, con palabras,
con palabras deberíamos,
deberíamos ayudarnos entre nosotros,
nosotros los marginados.)

domingo, 28 de septiembre de 2014

Delirio #9: Regresar.

Y allí ella, espaldas al mundo, inmersa en su si no. Allí, sola, floreada, hermosa.

Dijo no, ella,
a la angustia y al pesar
del mundo.

Y un niño, al pasar, en sus manos una rosa, rosa quebrada, quebrada ella, allí, hermosa.

Y mientras ella dice no, síes, cientos, de la nada.
vienen,
chocan,
vuelven.
Ella, convencida,
rabia: "¡No volverán!"
Y, sin embargo, regresan.

Y ella,
su no,
su si no,
toda ella, hermosa, quebrada,
y el dolor, negro, arde solo,
sin angustia.

De nuevo regresan.
Ella, hermosa,
ella, sola.
Si no,
floreada.
No.

Angustia.

Grita.
"¡No al mundo y a las adversidades!"
Y gira,
pretende,
ilumina la oscuridad
a su paso, paso tosco, cansado.

Y yo ya veo, en el mirar de su mirada,
no veo nada.
Pero más allá, entrando en su pupila, paso de largo,
de la angustia,
del dolor,
de la hermosura.
Y veo, más allá, síes, cientos, en la nada,
esperando salir,
alejar la angustia,
esparcir el dolor,
regocijarse en la hermosura.

Y, sin embargo,
ella.
sola,
hermosa,
floreada,
de espaldas al mundo,
no, pesar,
no, angustia,
nunca regresa.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Delirio #8: Vano intento

Si sólo el viento es testigo de mi ahora muerte y sólo el agua puede, vano intento, aliviar mi dolor.

Si aquello por lo que muero, desconocido yo de él, la única manera de huir sería imposible, correr lejos, con el alma.

Si la única opción es nunca más decidir. Si la única salida es sentarme a descansar 
y, vano intento, no mirar atrás, allí donde me observa.

Si cien años no son suficientes y corazones más vivos fueron reparados, no lo recuerdo.
Y si, vano intento, pudiera recordarlos, un paisaje, muerte y desolación, vería.

Si acaso, vano intento, sintiere algo.

Y, a fuerza de no sentir, recordar lo sentido.
Algún día.
En algún lugar.
Donde el dolor no duela.
Donde los puntos se disfracen de comas.
Donde pudiera escapar, al fin,
del delirio.

De tu querer.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Delirio #6: Siempre hay noche.

Cuando la primavera se agota y huye de tus nublados párpados. Cuando el viento derriba los pocos versos que aún quedan libres en algunos corazones. Cuando, la vista vuelta, no hay sendero atrás.

Noche.

Diez. A veces treinta. Corazones rotos, sin causa alguna.

Y si he de pedir algo al destino, sólo pido una blanca lanza. Porque roto,
no queda nada ya.
Ni sentimientos,
si  aún pudiera sentir,
ni vida, si morir pudiera.

Viejos amigos,
muertos,
me susurran, me piden que, allí, donde no hay noche,
tan lejos,
felicidad.

Y son diez, a veces treinta, corazones rotos. Les susurro, les pido que, allí, donde no hay noche...

Siempre hay noche.



jueves, 25 de septiembre de 2014

Relato sin nombre.

       Y, ¿qué es lo que quieres? – concluyó, nunca mejor, con una pregunta tan simple.

Él guardó silencio. Había recuperado su rostro serio y la miraba fijamente a los ojos. Nunca supo por qué, ella fue capaz de sostener su mirada. Sus corazones comenzaron a agitarse. No latían al unísono. Él, grave y ella, agudo, tocaban distinta melodía. Sin distorsiones ni discordia: sus diferentes ritmos y sonidos armonizaban a la perfección. Como sus propias diferencias.

Pasaron... ¿Qué? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Edades?

Tiempo.

Ellos se miraban fijamente a los ojos, ajenos a la cualquieridad.

Él vio fuego. Fuego y luz que iluminaban todos y cada uno de sus oscuros callejones. Vislumbró cariño y dulzor en aquel espléndido color, no de sus ojos, de su mirada. Descubrió un jardín aún más verde, unas flores aún más vivas. Y, de todos los colores, destacaron los suyos: oscuro sobre negro.

Ella vislumbró amor, como si observara a través de una estrecha rendija, en sus oscuros ojos. Verdadero amor y algo más: la oscuridad escondía una extraña profundidad que quizá se perdiera en lo infinito. Descubrió la magia que habitaba en los ojos de tan extraño muchacho y se dejó llevar por una sensación, otra de las que poetas y músicos continúan sin saber describir. Y ella tampoco.

No sé qué pasó a continuación, pero me temo que ellos recuerdan cada instante como cada centímetro de su propia piel.

Y sé otras cosas.

Sé que aquella noche se besaron y se abrazaron. Así permanecieron, como si tuvieran miedo, pánico a alejarse, él de ella, ella de él.
Como si el viento pudiera interponerse entre ambos, como si, al separarse, la realidad se rompiera en mil pedazos. Porque fue real... ¿verdad?

Eso se preguntó él durante el resto de su vida.

Como si no existiera nada más en el mundo, los dos se miraban fijamente, evadidos por completo de la realidad. Corazones agitados, miradas sinceras y miedo a los abismos. Como si aquel instante fuese único, irrepetible.

Sin duda lo fue.

También sé que desde aquel día, los rizos de ella no dejaron de interferir ni un sólo día entre sus labios y sus besos: como rojo entre un rojo más intenso.
Sé que él dejó de dormir y que, noche tras noche, se dedicó a, en un vano intento por describir la perfección, poetizar aquel instante. Tras varios cuadernos ya sin hojas y una gran frustración, dejó de pretender imposibles y habló, como todos los demás poetas, de sentimientos y de rosas. Y de ella.

Un instante había cambiado su vida. En realidad no dejó de ser como era, pero siendo así, cambió casi por completo. La noche, que ahora parecía tan lejana, permaneció siempre en su recuerdo, entre suspiros y oscuridades.

Ella descubrió el verdadero significado del amor y de los besos. Comprendió la danza (algo a lo que su profesor estuvo muy agradecido) y bailó con el alma. En sus ratos de soledad, compuso obras inacabadas de sonrisas y de flores, tantas, que llenó su carpeta de partituras.

Así fue: el amor los transformó y ellos apenas se percataron.



¿Cuánto tiempo pasó? ¿Semanas? ¿Meses? ¿Siglos?

Tiempo.

Ninguno de los dos perdió el tiempo contando los días, las semanas o los meses. Tampoco se preocuparon por fechas especiales ni se hicieron regalos en los días indicados. Él nunca le entregó rosas y ella no era doncella ni rosada.


Hay algo que quiero pedirte: no busques en ésta una historia de amor perfecta. La perfección no existe y el amor, imposible, no podría juzgarlo. Pero sí hubo un tipo de perfección en esta historia: el de todas y cada una de las historias de amor; un tipo de perfección que no está sujeto a leyes ni a estructuras. Una perfección única y simple que oculta y disimula los desperfectos de la realidad:

La perfección del amor que sobrepasa las barreras del tiempo y de la muerte.


Es algo difícil de explicar y más aún de comprender. Tal vez si lo has vivido puedas llegar a entenderlo, pero no en su sentido más profundo. El sentimiento de paz y a la vez intranquilidad, ¿cómo se llama? ¿Tiene nombre la desaparición de las dificultades, los no obstáculos al apoyarte en el hombro de la persona a la que amas? ¿Y el fuego que recorre tu pecho cuando pasea su mano por tu espalda o juega con tu pelo?

Y ahí están los poetas, los músicos, los bailarines y los pintores. Aquí, en esta parte de la historia, entra en escena un artista, un cualquiera de las calles con la extraordinaria capacidad de asombrar, incluso a sí mismo, con aquello que ama. Es un alma sensible que se emociona al leer poesía, al oír música, al ver una majestuosa interpretación o una magnífica pintura. Y lo más importante: todas estas cualidades le hacen destacar.

Él es diferente y nunca, jamás, será un igual. Se rebelará ante lo establecido. No querrá normas, o todo lo contrario, acordará su obra a los patrones y seguirá el guión, pero nunca habrá ningún artista igual a otro.

Pero iré más allá. Hablemos de lo realmente apasionante del Arte (sí, en mayúscula). Lo verdaderamente sorprendente son las preguntas que pasan por tu cabeza cuando ves, oyes, escuchas, tocas la obra de un artista. Lo más misterioso son los qué, los cómo, los cuándo y, si nos adentramos más, la joya en bruto de los porqués.

Y de todas la preguntas, aquellas que ni el propio artista puede responder.

¿Qué es lo que impulsa los corazones de los hombres? ¿Inspiración? ¿Una sensación, un sentimiento, una voz en tu cabeza? ¿O un sentimiento que procede de una sensación de que una voz en tu cabeza te habla?


Él se acerca, lentamente, no sabe bien por qué. Ella se deshace, cuenta cada segundo, muere por unos labios que no son los suyos.

Y más preguntas sin respuesta.  ¿Por qué alguien querría nada de algún otro?

¿Qué es lo que, dentro del alma, más etéreo e inalcanzable, ansía los precisos instantes, el álgido de los besos?

¿Qué es aquello que nos hace delirar y no ser nosotros mismos? ¿Y qué somos sino nosotros mismos?
¿Acaso cuando amamos no somos nada, como él, pleno en sus besos, o ella, toda en sus brazos?


Sigo sin saber cuánto tiempo pasó.

Las historias de amor son extraordinarias para quienes saben amar. Y ellos sabían. No había malicia en sus ojos, interés, ¿acaso existía? Eran y no eran, juntos no existían las barreras de la muerte. Los límites eran pequeños obstáculos apenas visibles. Una caricia bastaba para mantener a raya cien lágrimas y un beso las hacía desaparecer. El amor se hacía tangible en sus miradas. Él siempre habló de ello como "la tempestad del mar en sus ojos".

A ella, simplemente, le faltaron las palabras.



No sé describir con exactitud sus besos. Ninguno de ellos: los que ella lanzaba al aire, los que él deseaba por carta; los que, disfrazados de noche, compartían en la oscuridad.

Pero de entre todos siempre destacaron los besos improvisados, ¡chas!, sin pensar. Lo importante era lo inesperado, la sorpresa, como el mismo amor les sorprendió a ellos un día que ni siquiera recuerdan. Ocurren y punto. Él siempre habló de ellos como "súbitos rayos de fuego en momentos inesperados ".

Ella nunca tuvo palabras para aquellos lejanos besos.



Preguntas quedas, vacías sin las respuestas que no puedo dar.

¿Cómo ellos dos, tan pequeños en el mundo...?

Perdón.

¿Cómo ellos, enormes, inmensos, grandiosos en su mera realidad, pudieron escribir, a fuego, belleza y sólo belleza?

¿Qué tiene el amor? ¿Qué para adormecer corazones y nublar incluso los sueños?

¿Qué es lo que me llama, allí, en la oscuridad? ¿Por qué este amor a la noche? ¿Por qué perderse en un olvido, en un quizá? ¿Qué tienen la negación y el desdén que sellan las puertas de la razón?

¿Dónde caen las más codiciadas lágrimas, vacías y abismales? ¿De qué sirven las palabras cuando ya no queda nada y nadie podrá escucharlas?

¿Qué decir del fondo de un alma cuando, en su oscuridad, todo es invisible?




Se miran, entre sus ruinas, distintos al mundo. La última voz, grito o suspiro, aún suspenso en el aire, clama a un silencio mayor y más profundo.

Distingue el miedo en su mirada. Recuerda una, dos noches atrás. Con un dedo recorre su espalda, lentamente, con miedo a perturbar el agua en calma. Ella, y su piel desnuda, vibrando.

En la noche, una luz resplandece, luz de flor, flor de rosa, rosa sin espinas. ¿Qué es, palpable en la oscuridad, que ellos sienten y yo no puedo percibir?


Rosas sin espinas empapadas en sangre.

Ella, dulce y hermosa, vibra. Él vibra a su vibrar.
Y una sonrisa tímida, cómplice, cúspide en la noche, se enfrenta a cien temeridades y, a su vuelta, arrolla con las angustias y las sospechas: no hay inquietudes, nunca más.

Ella dice sin decir nada. Sugiere no más de ninguna palabra. Suficientes.
Él escucha. Oye sin oír sus nunca pronunciadas palabras.


Humo, paréntesis, suspiro.


Y de todas la preguntas, aquellas que ni el propio artista puede responder.

No te detengas nunca (Pedro Salinas)

No te detengas nunca
cuando quieras buscarme.
Si ves muros de agua,
anchos fosos de aire,
setos de piedra o tiempo,
guardia de voces, pasa.
Te espero con un ser
que no espera a los otros:
en donde yo te espero
sólo tú cabes. Nadie
puede encontrarse
allí conmigo sino
el cuerpo que te lleva,
como un milagro, en vilo.
Intacto, inajenable,
un gran espacio blanco,
azul, en mí, no acepta
más que los vuelos tuyos,
los pasos de tus pies;
no se verán en él
otras huellas jamás.
Si alguna vez me miras
como preso encerrado,
detrás de puertas,
entre cosas ajenas,
piensa en las torres altas,
en las trémulas cimas
del árbol, arraigado.
las almas de las piedras
que abajo están sirviendo
aguardan en la punta
última de la torre.
Y ellos, pájaros, nubes,
no se engañan: dejando
que por abajo pisen
los hombres y los días,
se van arriba,
a la cima del árbol
al tope de la torre,
seguros de que allí,
en las fronteras últimas
de su ser terrenal
es donde se consuman
los amores alegres,
las solitarias citas
de la carne y las alas.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Rima XXV (Bécquer)

Cuando en la noche te envuelven
Las alas de tul del sueño
Y tus tendidas pestañas
Semejan arcos de ébano,
Por escuchar los latidos
De tu corazón inquieto
Y reclinar tu dormida
Cabeza sobre mi pecho,
Diera, alma mía,
Cuanto poseo:
¡La luz, el aire,
Y el pensamiento!

Cuando se clavan tus ojos
En un invisible objeto
Y tus labios ilumina
De una sonrisa el reflejo,
Por leer sobre tu frente
El callado pensamiento
Que pasa como la nube
Del mar sobre el ancho espejo,
Diera, alma mía,
Cuanto deseo:
¡La fama, el oro,
La gloria, el genio!

Cuando enmudece tu lengua
Y se apresura tu aliento
Y tus mejillas se encienden
Y entornas tus ojos negros,
Por ver entre sus pestañas
Brillar con húmedo fuego
La ardiente chispa que brota
Del volcán de los deseos,
Diera, alma mía,
Por cuanto espero,
¡La fe, el espíritu,
La tierra, el cielo!

martes, 23 de septiembre de 2014

Amor, amor, catástrofe. (Pedro Salinas)

Amor, amor, catástrofe.
¡Qué hundimiento del mundo!
Un gran horror a techos
Quiebra columnas, tiempos;
Los reemplaza por cielos
Intemporales. Andas, ando
Por entre escombros
De estíos y de inviernos
Derrumbados. Se extinguen
Las normas y los pesos.
Toda hacia atrás la vida
Se va quitando siglos,
Frenética, de encima;
Desteje, galopando,
Su curso, lento antes;
Se desvive de ansia
De borrarse la historia,
De no ser más que el puro
Anhelo de empezarse
Otra vez. El futuro
Se llama ayer. Ayer
Oculto, secretísimo,
Que se nos olvidó
Y hay que reconquistar
Con la sangre y el alma,
Detrás de aquellos otros
Ayeres conocidos.
¡Atrás y siempre atrás!
¡Retrocesos, en vértigo,
Por dentro, hacia el mañana!
¡Que caiga todo! Ya
Lo siento apenas. Vamos,
A fuerza de besar,
Inventando las ruinas
Del mundo, de la mano
Tú y yo
Por entre el gran fracaso
De la flor y del orden.
Y ya siento entre tactos,
Entre abrazos, tu piel,
Que me entrega el retorno
Al palpitar primero,
Sin luz, antes del mundo,
Total, sin forma, caos.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Delirio #4: De verdad tus besos.

¿Por qué no mentir de ti, amor, si la verdad es negra y la mentira es blanca y pura? ¿Por qué no vivir en realidades paralelas a ti, en las que me das la mano y, lejos de los gritos y las angustias, en nuestra soledad me besas?

¿Por qué he de vivir detrás de ti y no a tu misma altura o más allá?

¿Fuiste tú, de verdad, aquella, junto a otros muchos indefinidos sueños, la que me habló y me descubrió los besos desnudos, ardientes, nuevos en mi boca?

¿Cómo vivir atado si observo tus alas y a ti volar más y más alto, hasta donde no puedo verte? Si llegaras al Sol, te coronaría con sus rayos. Te cubriría de relucientes, nunca más que tú, besos.

Menos brillantes que aquellos, los que un día míos, fueron a ti.

Y tú, ya  reina del Sol, ineludible tu esplendor, ¿a qué sabrían tus besos? ¿Qué sería de mí si me besaras?

Entonces yo no sería nada; nada y todo.

Otra vez nada, polvo y ceniza, cualquiera, que pisaras sin cuidado al caminar. De tus labios podría conocer tus maravillas. Sería libre, así, apresado entre tus brazos. Podría escapar, conocer la causa de tu risa, los misterios de tu mirada.

Pero las verdades, más oscuras y distantes, perpendiculares a tus besos, los cortan, los despedazan. Verdades que me dejan vivo y perdido en lo desconocido, lejos de mí, donde mis palabras son inútiles, alejadas en algún rincón oscuro.

Impacientes las verdades, no como tus besos. Convertías los segundos en infinitos y yo soñaba y podía entregarme a tus siete, mil maravillas.

Tantos me diste, aún desconocidos besos, que la muerte ¿Qué es la muerte? ¿Qué, a tus besos? Entonces yo podía morir, sellaba mi alma en tus labios.

Era palpable el frío, el ardor, la angustia, la pasión, mis manos temblorosas. Todo, realidad, era un abstracto en tus labios. Las verdades morían, ¿qué es la muerte?, en tus mejillas. Nunca rozaron tu boca: su límite tus, de nuevo, labios. Se estrellaron contra el suelo, y allí, yo, y lo que eres tú en mí; y tú, y lo que yo fui en ti, quedó ciego, perdido, irreal.

¿Por qué, amor, no vivir en los límites? ¿Por qué no aferrarme a tus irrealidades?
¿Por qué tus besos?

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Delirio #2: Las desesperadas formas.

Mi corazón se agita
a tus pasos,
a tu cuerpo,
a un mechón de tu cabello,
a tú mirando al infinito,
sosegada,
como tú misma,
atenta a aquellas cosas que sólo tú conoces.

Y yo, que nada más observo, miro y, donde tú ves cien colores, no distingo blanco de negro. Yo, que en la noche vivo, de oscuro perseguido.

Y yo, inmerso en mis delirios, intento entrelazar motivos de olvido y de quizás. Intento aferrarme, ¿dónde fuiste, esperanza?, a cualquier pasión de ti distante.

Y de todas las pasiones que nublan mi mente, tú eres todas ellas.



Soneto V. (Garcilaso de la Vega)

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo; 
vos sola lo escribisteis, yo lo leo 
tan solo, que aun de vos me guardo en esto. 

En esto estoy y estaré siempre puesto; 
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, 
de tanto bien lo que no entiendo creo, 
tomando ya la fe por presupuesto. 

Yo no nací sino para quereros; 
mi alma os ha cortado a su medida; 
por hábito del alma mismo os quiero. 

Cuando tengo confieso yo deberos; 
por vos nací, por vos tengo la vida, 
por vos he de morir, y por vos muero.

martes, 16 de septiembre de 2014

Delirio #3: Oscuro, adiós, canciones y encrucijadas.

Aún recuerdo cuando me perdí en tu oscuro cabello.
Entonces todo eran luces, no había noche. Existían tus labios y los míos, que todavía te llaman.

Y no hubo ninguna respuesta.

Entonces creíamos en el amor, en otoño, cuando envejecen todas las flores.

¡Ay de nosotros!
¡De ti y de mí y lo que fuimos, atrevidos soñadores del crepúsculo!
¡Ay de los sueños que soñamos, juntos, a la luz de las velas encendidas con tu aliento, nunca dejaron de brillar!
¡Ay de tus mejillas, sonrojadas, encerradas en mil secretos, ninguno de ellos nunca supe!

Y alguna vez, quiero pensar, bebí de ti, o al menos de tu, mi, tenue sombra. Pero es ella, realidad, extraña, cruel, traidora, quien rompe mis sueños.


Angustia.

Asustado, me alejo y me refugio en las noches de madrugada, donde sólo tú y tus recuerdos me acompañan.

Y entonces vivo.

Apartado de todos ellos que son nadie y tú que sí eres, te hacen ascender, a ti y tu luz, de entre todos ellos. Te veo entonces alejada, impertinente del mundo, de todos los que te rodean.
¿Es una visión? ¿Realidad? Silencio. 

Rozas los márgenes, desprecias, entre risas y penetrantes miradas, todas mis no palabras, que son tuyas.
¿Niegas acaso tu dulzura, tu calor, tu luz, tu brillo?

¿Eres acaso tú quien dirá "no" a la hermosura?

¿Y te atreves a mirarme?
¿A mí, que soy oscuridad, frío, otoño, abismo?
¿Me das la mano? ¿Tú, que no eres más que...



Conté las palabras, todas y cada una de ellas.
Ninguna fue el "más" y los "menos" corrieron a esconderse ante tus "yo". La tempestad del mar se presentó voluntaria, pero jamás la acepté. La primavera vino como sí sola, con sus verdes y sus flores, ajena a lo viejo y olvidado. Se acercó también el Sol adornado para la ocasión. Suplicó una estrella, no recuerdo su nombre, por ti. Entregó sus lágrimas, claras, relucientes, elevadas. Y uno de tus susurros las quebró, en mil luces las deshizo.

Las transformó en risas y en primaveras.

Vinieron también los hombres, en tropel.
Se agolpaban queriendo entrar (¡como si acaso pudieran!). Sollozaban, todos ellos, una letra, una sílaba, obras completas y otras en suspensivo. Poco tardaron en regresar para cuando volvías tu mirada.


Y entonces supiste que yo buscaba aún sobre el mar, la tierra y el sol, con tanto anhelo, capricho o veneno, tu innombrabilidad, escondida en los más oscuros rincones, abatida tras tanto correr, escapar, huir.


Admiro entonces tu rostro, amargo ahora, silencioso. Tus ojos responden, ajenos a ti y a mí. Hablan de atardeceres, despedidas y melancolía.

Añoras lo ajeno a las distinciones y lo engañoso.

Y el otoño de los amores llega, como la misma muerte, dispuesto.
De ojos rojos y oscuras fauces,
me mira,
nos mira,
el pesar escondido en su rostro,
aún invisible.

Faltan palabras, todas ellas, sombras de tu sombra, escapan a mí.
Huyen.

Ya sólo resta una, suspendida en el aire, y nuestro temor, palpable entre tú y yo, de ojos a mirada.
Te decides, ante mi mudez, a descubrir y descubres (¡horror!) lo oscuro, lo negro, lo inimaginable:

Adiós.


Me das la mano.

Me aferro a ella, como amarrado en tierra firme. Nuestros rostros se juntan, tiemblan los cimientos de la tierra.
El mundo se desprende, como conmigo.
¿Notas el frío apoderarse, silencioso, de las moribundas almas?
¿Sientes huir el fuego?

Adiós.


Te marchas pisando fuerte, dejando huella. No podría, eres tú, ser de otra forma.
Detrás de ti, en el camino, observo al viento y cómo, sollozando, forma un rastro, sinsentidos y palabras sueltas.


Las he encontrado, todas las que recogí, para ti: del Sol, noche; de las estrellas, día; de los dioses, inmensidad.

De mí sólo quedan restos de canciones que jamás serán escuchadas.

Canciones, aquellas, sublimes y mortales, pertenecen a unos pocos, los verdaderos.
Ellos, que comprenden los misterios del alma.

Canciones y, más dentro, si te asomas, el abismo. Y en el interior del abismo, más profundo, los restos de un sentimiento aún cayendo, el dolor en mi aliento, ligero estallido y cien millares de ángeles, todos atentos a lo que eres, lo que fuiste, lo que fuimos.


* * *

Ante mí, un camino que aparenta soledad, como si, en silencio, quisiera ocultar un quién, un cuándo, un porqué. Más allá, en una encrucijada, la bruma se apodera del sendero, obsesiones y despechos. Allí, la guía de mis delirios nunca marca un camino.

Señala cuatro: uno al norte y tres al sur.


Y sé que nunca, que nunca soy, que ser sin ti, ser con tu adiós, no es ser.

Y yo no soy.

domingo, 14 de septiembre de 2014

El Spleen de París: Capítulo I, El extranjero (Charles Baudelaire)

- Hombre enigmático, dime a quién amas más:
¿a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano?

- No tengo padre ni madre, ni hermano ni hermana.

- ¿Tus amigos?

- Usa una palabra cuyo sentido me es desconocido
hasta hoy.

- ¿Tu patria?

- Ignoro bajo qué latitud está ubicada.

- ¿La belleza?

- Con gusto la amaría, diosa e inmortal.

- ¿El oro?

- Lo odio tanto como usted a Dios.

- ¿Qué amas entonces, extraordinario extranjero?

- Amo las nubes... las nubes que pasan... allá...
allá... ¡maravillosas nubes!

sábado, 13 de septiembre de 2014

Beso (Pedro Salinas)

Beso será. Parecen otras cosas.
Parecen tardes vagas, sin destino,
errantes por el tiempo: y nos esperan.
Al borde de los labios, de la vida,
se estremecen palabras, nombres, síes,
buscándose su ser, y no lo encuentran;
retornan al silencio, fracasadas.
No querían hablar, lo que querían
era hablarte, y no estás.
Pero ellas, todo
esto que nada es, esto que vive
en tierna primavera distraída,
espera su cumplirse, cuando llegues.
Todo es labios, los míos o los tuyos,
hoy separados. Lo llamamos hojas,
brisa, tarde de abril, papel, palabras.
Pero si te presentas,
correrán todos, largos frenesíes,
impacientes de espera, a reunirse.
Y la nube, la luz y las palabras,
y esta gran soledad
de bocas solas con sus almas solas,
beso será, se encontrarán en beso,
dado por esos labios ardorosos
que se llaman a la ausencia, cuando acaban.

            -

martes, 9 de septiembre de 2014

Delirio #24: Las voces de tu voz

Hablo de todas ellas: las dulces, las amargas y aquellas, más lejanas, enfurecidas.
También del vibrar de tu susurro, los sentimientos expresados y los que vagan muertos en lo desconocido.

No.

Hablo de más allá.
De lo que había detrás de tus besos y de tus rostros fruncidos. De tus "te amos", del frío ardiente que manaban aquellas verdades que me hirieron.
Hablo de tu rostro frente al mío. De todos los rasgos de todas las lágrimas que no han sido lloradas y las que caen en silencio al vacío, a la muerte, a la oscuridad: de nuevo a lo desconocido.

Hablo de las quebradas formas de tus formas.

Hablo de las calles en silencio y tú, que no caminas, te abres paso a través de todas ellas.
Hablo de la fuerza de un "no" y la decadencia de todos los "síes".
Hablo del frío en mis huesos en tu ausencia.
Hablo de caras inocentes, voces perdidas y más promesas quebradas. De cómo caminaste a través de mí y me traspasaste sin mirar atrás, sin percibir ni una sola voz de todas aquellas que mudé.
Hablo de lo acabado.
Hablo de los sitios en los que dijiste "siempre" y aquellos otros "nuncas".

Hablo de las voces de tu voz. De ahogarme en cien matices, en cien indescriptibles facciones tuyas que no soy capaz de ver.

Y sobretodo, hablo de una triunfante poesía que no es la mía, sino la tuya.

Delirio #16: Casualidades, sabios y amor

Lo tenue de tu superficie no es más que una sombra del abismo que habita en mi interior.

Y tú brillas en mis pupilas a mi mirar.

Y cuando tu cadente llama se agota, en medio de mis ambiciones me pregunto, ¿acaso ocurrió? Y no pasaste.

Nunca lo hiciste.

Así como intentar describir el vacío. ¿Qué decir, perfección? ¿Hablar de tus ojos? ¿De tu brillo? ¿De tu mirada?

Y pasar las dos próximas eternidades mirándote hasta que pierda mi mirada en tus labios y mis labios en tu pecho.
Hasta que por fin te rindas y poses tu sonrisa en mis hombros.
Hasta que duela, hasta que no seamos más que otro punto y coma.
O paréntesis.
O suspiro.

Hasta que dejes de oscurecer mis noches, hasta que dejes de ser halo hiriente en mis pupilas.

* * *

Juguemos a que varias dulces notas de piano se enredan en tu pelo y que mis manos las desenredan, una a una, con palabras.
Vivamos la innegable verdad del amor, besemos la fantasía mientras dure.
Bebe del profundo manantial de mis ojos que yo viviré de tu mirada.

Pasemos los tres próximos Septiembres de la mano, paseando en una eterna primavera.
Antes de que termine.


* * *

Terminó el invierno en tu mirada,
mi invierno.
Dejó de ser la noche algún quizá
en tus seguridades y en los olvidos.
Me compensaste con una sonrisa y dijiste
"no" al adiós, al marcharte.
Y son tus dos pasos delante los que yo estoy atrás.

* * *

 Son mis labios que se quejan de no saber de ti:

"¿Dónde?" preguntan.

"No, adiós", es mi única respuesta.

Y mueren en un sordo suspiro.


* * *

 Vivamos, vivamos tu bello rostro.
Soñemos la libertad de acariciarnos, la pasión de la fría noche y los principios insondables del sentir. Respiremos aire puro, el de los sueños.

Clamemos "no" de una vez por todas.

Vivamos para nosotros.
Perdámonos en las estrellas, en lo más hondo de tu alma.
Vayamos a algún lugar dentro de ti, donde todo es belleza,
tú eres belleza,
y consiga olvidar aquel morir en ti.

Derramemos lágrimas y dibujemos, como luciérnagas en la noche, en paredes,  esquinas y sombras,
mientras danzamos alrededor de alguna que otra juventud.

Dime sí cuando yo no sea más que noes y peros
o inaudible nota musical que viaja paralela a los todos y a los agónicos finales.

 Sé mi final. Que la única verdad cobre vida a tu lado.


Y de todos los porqués, acaso tú solo importas
.
Y reniegas a volver, a tan siquiera no irte.
Arriesgas a volar y morirme,
pero no eres tú,
no,
son tus alas que te impulsan más alto que ningún alma.

Y yo beso esas alas que son tú.


Y aquel, éste, es mi final.

lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Fue como beso o llanto? (Pedro Salinas)

¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos
Con las manos, buscándonos
A tientas, con los gritos,
Clamando; con las bocas
Que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
Y materia, combate
De pecho contra pecho,
Que a fuerza de contactos
Se convirtió en victoria
Gozosa de los dos,
En prodigioso pacto
De tu ser con mi ser
Enteros?
¿O tan sencillo fue,
Tan sin esfuerzo, como
Una luz que se encuentra
Con otra luz, y queda
Iluminado el mundo,
Sin que nada se toque?
Ninguno lo sabemos.
Ni el dónde. Aquí, en las manos,
Como las cicatrices,
Allí, dentro del alma,
Como un alma del alma,
Pervive el prodigioso
Saber que nos hallamos,
Y que su dónde está
Para siempre cerrado.
Ha sido tan hermoso
Que no sufre memoria,
Como sufren las fechas,
Los nombres o las líneas.
Nada en ese milagro
Podría ser recuerdo:
Porque el recuerdo es
La pena de sí mismo,
El dolor del tamaño,
Del tiempo, y todo fue
Eternidad: relámpago.
Si quieres recordarlo
No sirve el recordar.
Sólo vale vivir
De cara hacia ese dónde,
Queriéndolo, buscándolo.

            - - -

Al menos él llegó tan lejos.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Delirio #17: El corazón que nunca quiso dejar de romperse

Erase una vez un corazón rojo, fuerte y joven que bombeaba más sangre y albergaba los más sentidos sentimientos de todos los corazones del reino.

Un día, paseando, ese corazón te conoció y... Bueno... Imagino que todos os sabéis el resto de la historia, ¿verdad?
Una y otra vez intentándote; una y otra vez rechazado.

Bien.

La historia no acaba como todos pensáis. Ese corazón no se suicidó. Tampoco consiguió un final feliz a tu lado, señorita, ¡sí, tú! ¡La de la fila 13! ¿Sabe que tiene un brillo extraño en los ojos cuando ríe?

Sigamos.

Ese corazón siguió adelante con su vida. De hecho, ese corazón continuó amándote día tras día, sin descanso. Escribió los mejores versos y te los susurró mientras dormías. Tocó las mejores melodías y las entrelazó en tu corazón nota a nota. También puso paz a tus sueños y combatió contra los dragones de tus pesadillas. Ese corazón nunca dejó de amarte, ¡incluso te dejó el último trozo de aquella tarta de manzana que tanto te gusta! Este corazón nunca dejó de ser generoso, amable y sincero. Ese corazón te quiso y tú... Me atrevería a decir que nunca le hiciste caso pero estoy seguro de que mentiría.

¡Oh, no! No es ninguno de vuestros padres… Tampoco hablo de dioses ni de hombres… ¿Sabéis ya de quién estoy hablando?...  ¿No?

Continúo pues.

Ese corazón perdió, con el paso del tiempo, color, fuerza y juventud. El rojo dejó de ser tan rojo, pero no perdió su brillo. Su fuerza ya no era la de antaño, pero seguía sin tener rival en todo el reino a la hora de bombear sangre y sentimientos; y ya no era aquel joven de antes, pero nunca se dio por vencido y siguió luchando día tras día.

El mundo no pudo con él y seguía sintiendo igual o más que antes. Es cierto que perdió muchas de sus cualidades, pero sólo en algunos aspectos. Conservó su brillo, su imbatibilidad y su sentimiento.
Y siguió amándote.
Y siguió rompiéndose.

Aquel corazón, ya viejo, te arropó en las frías noches y avivó tu fuego en invierno. También fue esa fresca y agradable brisa que combate contra el calor en verano. Fue música en tus fiestas y el hielo de esa “copa para olvidar”. Se disfrazó del nosequé de tu vestido que te hizo resplandecer por encima de todas las demás chicas en aquella fiesta. Este corazón fue esa ocasión especial, ese encuentro inesperado y el momento incómodo del 4 de septiembre, o del 17 de Junio.
Sí, sí, recuérdalo.

Y nunca dejó de ser el mismo de siempre.
Me atrevería a decir que no te percataste de todo aquello pero volvería a mentir. ¿Sabéis ahora de quién hablo? ¿Aún no?

Pues no continuaré.

Veréis, lo cierto es que esta historia no tiene final. Las palabras huyen de mí al intentar ordenarlas, quizá para escribir un bonito desenlace con su correspondiente moraleja. En realidad se han puesto de acuerdo: parece ser que mi musa se ha declarado en huelga y no quiere susurrarme nada más.

O quizá esta historia es así, coja y absurda.
O tal vez es más real de lo que pensamos.


Así, ¿qué le paso a nuestro corazón? Se rompió una y otra vez pero nunca dejó de ser el mismo de siempre. No dejó de amarte, de ser sincero y de entregarlo todo una y otra vez. Y tampoco quiso, jamás, dejar de romperse.

viernes, 29 de agosto de 2014

Delirio #19: Exclamaciones y metáforas

De vuelta a lo profundo de mis invenciones. Camino por lo irreal, en mis ojos puedes ver elocuencia y un breve pero intenso destello de locura.
Como una chispa, como el instante en el que un vaso de cristal cae al suelo.

¡Crash! Y se rompe.


* * *


Demasiado. Es demasiado para un alma traspasar tus barreras, puestas a condición de verme jamás. Y la mía no se cansa, no, de intentarlo una y otra vez:

Traspasar.
Caer.
Traspasar.
Caer.

Y no se detiene, como un círculo vicioso.

No.

Como una espiral, quizá.

Sí.

Definitivamente sí.

Eres una espiral. Todo va hacia tu interior y, de la misma forma, es expulsado fuera, a la oscuridad. Donde no puedas verlo.

Yo llevo mucho tiempo allí, quizá demasiado. Conozco, como a mí mismo, los cuchillos y las flores que también echaste. Es fácil:

Todos me pertenecen.


Y lo que me acerca a ti es lo mismo que te aleja de mí. Tan simple, cierto y catastrófico.

¡Qué odisea!

No, a ti no te valen las exclamaciones. ¡Qué estoy haciendo?

¡Ops! Otra vez... Tal vez una metáfora... ¡Qué digo?

Locuras. Para ti... Eh... Nada, ¡olvídalo!

... (Un murmullo. Bueno, tal vez un suspiro)

Palabras, siempre palabras. Escritas el aire o en papel, en la pantalla, en mi interior...
Palabras que tú no podrás ver aunque las leas.

Oh, no te enfades. Es como un juego. Yo soy la marioneta y tú mi titiritera.

¿Qué? ¡Claro que es así! ¡Es por ti por quien y porque escribo! ¿Sigues sin entenderlo? ¡Vaya...!
Pero no es tu culpa, ¡oh, no!
Ni lo menciones.

La culpa es mía por escribirte.

"Espero no ofenderos, señorita, sería mi mayor vergüenza" digo, con patética voz de caballero.
Tú te sonrojas y yo te susurro al oído mil palabras (¿para qué?).
Sólo una.

Dos.
Cinco.

Y tú te giras y, risueña, me dices: "Oh, querido, ¡divagas por el espacio exterior! ¡Déjalo ya!" Y te vas acompañada de la elegancia de tus caderas,
y de mi caballerosidad.


Y sigue siendo imposible traspasarte. Ni palabras ni exclamaciones. ¿Metáforas? ¡Qué ridiculez!

Eres imperturbable.
¡Maldito fantasma! ¡Maldita tu transparencia!
Creo ver algo en ti: ¡ilusiones!

Mierda... ¡más metáforas!


Mierda... más exclamaciones.

sábado, 9 de agosto de 2014

Delirio #30: Los colores de tu pelo

Rojo, dulce, turquesa y limón: los colores de tu pelo.

Un paso adelante, dos o tres miradas atrás.

Creo que no lo hice bien. Volvemos a empezar.

¡Oh, mierda! ¡Está quedando ridículo!

Ocho por ocho.
Trece.
Veintitrés.
Cuarenta y dos.

Es curiosa mi mente a tu pensar; las palabras infernales, tan distantes unas de otras.

Lima.

Pero tranquila, no son sólo colores. Algunas veces eres un vaso vacío, otras el sol y lo que más: un ángel.

Y recuerdo tus besos y saben dulces, tan dulces como tus rosadas mejillas, como un día de playa, como el sol en primavera, como... ¡Yo qué se cómo!

La verdad, no tus besos.

Y son tan perfectos como las manchas de tu piel, los días soleados y todo lo que no es perfecto.

Como mis imperfectas palabras y las que no lo son:
amor, amor, ¡catástrofe!

Y no son mías.


¿No es indignante?
Hoy la locura me lleva.

No, espera... Qué gran mierda.

domingo, 13 de julio de 2014

Delirio #1: Escrito en una noche verde oscuro.

Hablan mis no lágrimas más que mis palabras de mi ser.

Y estos escritos no son más que la sombra de una noche en vela, triste música y recuerdos.

Recuerdos, mi amor, recuerdos de un instante, un pequeño orgasmo en una inmensidad azulada y gris.

Una pequeña, minúscula, llama se extendió en mi interior y lo destruyó todo y forjó en mí esta angustia, inquietud. Son ella y sus cabellos. Son sus labios, el calor de su pecho, su aliento de rosas.

Es su lejanía a la perfección aquí descrita.

Demencia, soñada locura que me lleva a tal atrevimiento: describir un rasgo suyo.

Es mi no morir,
amor que no eres mío.

Es la belleza que nunca supe ver y
la vida cambiante,
sinuoso y melancólico sendero.

Son palabras escritas en una noche verde oscuro y mi no cambiante realidad. Mi impotencia y mis inútiles palabras.

Eres tú
y son mis cadenas.

Fin.

sábado, 12 de julio de 2014

Delirio #26: Brevedad

De verla allí, desnuda sobre la arena, el mar de fondo y llorando el cielo, a recordar ahora, en un segundo, en un momento, a ella, su ponzoña, su desconocido nombre...
No fue más que amor, no fue más que luz, más que el calor que recorrió mi pecho y evadió mi mente y mis sentidos a una realidad paralela: realidad en la que solo existíamos ella, yo y su desnudez: un instante, un destello, un segundo, un pálpito de un acelerado corazón...

Y su nombre...

Aquella niña, besada por el fuego.
Aquella niña, ardiente de besos.
Aquella niña que corrió a esconderse de mí una noche y que, inútil mi deseo, no volverá.

¿Y su nombre?

Desde el silencio la llamo, a ella y a su fugacidad.
Desde la oscuridad plasmo en oro, a finas líneas, cada instante de aquel momento.
Cada detalle; el rasgo de sus ojos, la profundidad de su piel, el tacto de su cabello y el color de sus manos.
Desde la más calmada de las aguas me agito y grito
su nombre "bella";
su nombre "fuego";
su nombre, "nombre":
su nombre,
su innombrable nombre...

* * *

Brevedad.
Brevedad es su nombre, sin duda. Brevedad define aquel fuego; brevedad describe sus cabellos, salvajes; su piel de porcelana y su mirada, lejana, de estrella.

Brevedad, su nombre...

Brevedad, cada instante...

Brevedad y, como cada instante,
no volverá.

Como ella.