martes, 21 de julio de 2015

Alturas

Llevo horas despierto.
Las sábanas aún están mojadas
pero no es el calor.
Es martes, no es ningún día especial.
Y, ¿qué es especial, a estas alturas?
La atmósfera es húmeda y algo brillante
y todo parece fuera de
lugar.

Creo que he vuelto a tener otro de esos sueños.

“Intenta no pensar en ello”,
pero es inútil intentar no pensar en aquello que te hace
sangrar
por dentro.
Es como remar contracorriente y tu remo está roto.
O como navegar sobre ácido.

“Intenta no pensar en que no deberías pensar en ello”

Todas las mañanas se repite.
Primero es el sueño, mágico,
compuesto de más colores de los que realmente
existen. En ellos siempre
vuelves. Luego llega el despertar,
irremediable,
un estado temporal de confusión entre
realidad y sueño. Es mi etapa favorita
porque en ella realmente parece que
volverás. Por último, la realidad me aplasta
con esas cosas que yo no quiero y están
ahí,
y con las que no están, que son las
peores:
Tú no estás.
Papá no está.
Yo no estoy.

Tengo aún muchos libros por leer,
pero me pasaré las próximas dos horas mirando
tu perfil en twitter. Me hará daño, sí,
pero no me importa romperme un poco más.
Total, ¿qué no está roto a estas alturas?

miércoles, 15 de julio de 2015

Dime

Y dime, ¿fue primera
la primera vez que me dijiste?
O tras unos labios fríos, tras una máscara de calidez sincera,
tras un impetuoso gesto o penetrantes
gemidos,
una piedra,
o corcel o punta de flecha
-una culpabilidad incierta-,
un camino helado y yo una sombra;
yo una sombra y tú un agua clara,
una lluvia como torrente,
una tormenta desatada en las inmensas aguas
del inmenso océano,
una turbulenta marea,
un charco diáfano.
Tú.
O estos lirios altos que ya el rojo versaron.

O una manta áspera, una sábana blanca como
telarañas,
telarañas puras, ingrávidas,
suspendidas en un aire amargo y espeso.
Y unas garras que las hilan
hoy,
cien mil años después,
en otro espacio, en otro tiempo,
bajo unas desconocidas alas y su sombra negra.
Telarañas.
O un bálsamo cálido en tus manos.



Y dime, ¿fue primera?
O las flores tiernas, o los verdes tallos.
O una ambigua voz, unos inciertos labios.
Una voz que resuena tibia al oído,
unos labios afilados que deshielan el delirio…
Dime… ¿fue primera?

Ingravidez

Me despierto ingrávido.
Las mariposas no tienen cuerpo.
Sus alas vuelan solas entre toda esta atmósfera azul.
Las amapolas han olvidado su ser en primavera.
La brisa me susurra hielo en la piel.

Estoy desnudo.
Sólo quiero decir cosas sin sentido.
Me apetece cantar pero no tengo voz o es inaudible.
Tengo la vaga sensación de que pasará un tren en cualquier momento y lo echará
todo a perder pero no podemos controlar las fluctuaciones cósmicas,
ellas son entidades superiores de las cuales no osaría dignarme a hablar.

Es difícil escribirte con el corazón hecho pedazos.
Fuera es la guerra.
Los hombres, armados con fusiles, disparan a otros hombres, que se defienden con otros
fusiles.
Ninguno sabe disparar en realidad y esta guerra es muy triste por muchos motivos.

Aquí todo es azul.
La única guerra consiste en que te vayas y tú no quieres pero tampoco sabes cómo no hacerlo.
Esta ruptura es muy triste por muchos motivos.
Al final me voy yo.

Una moto acaba de interrumpir este momento tan místico con su ruido infernal
ya no puedo escribir, esto me supera.
Lo siento, bye.