domingo, 30 de noviembre de 2014

Delirio #47: No lo hagáis

Inmerso en mis palabras:
¡no me devolváis a la realidad!

Una vez más

Y a las pupilas
me detuve a observarme
en los perdidos espejos
de tus ojos de diosa.


¡Oh, no!
no eres tú mi diosa

tan sólo eres una malcriada señorita
que todo el mundo adora.


¿volverás a enseñarme los ojos?
sólo una vez más

jueves, 27 de noviembre de 2014

Mañana tengo examen de historia pero la sociedad me necesita

Ven a dormir conmigo:
aquí fuera todo está demasiado oscuro.

Intento abarcar la oscuridad con mis manos

¿conoces qué "imposibilidad" significa?
¡déjame en paz!

* * *

Preguntas,
¿respuestas?

¿dónde vais que no es mi almohada?

no tenéis derecho a consumir mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

mi desanudada cordura

* * *

estallaron mis oídos ayer por la tarde,
¿por qué continúa ese ruido?

No está lejos,
ya viene de serie.

Con mi mente, digo.


¡Mira, mira!
se mete bajo la piel
y de neuronas y reflexiones teje un nido.

Espera...
Ese nido no es suyo

¡Espera!

¡No te vayas!

¡No!

¡ahora llegan las preguntas!

¿qué no explotará en mi mente
esta vez?

y mi sangre juega un juego absurdo

¿qué hago aquí?
y, ¿cómo llegué aquí?

sólo se me arranca el corazón solo

no son pérdidas importantes si no tocan

el alma

si, bajo esta presión infinita,
de restos quedan ella.

martes, 25 de noviembre de 2014

Delirio #46: Cascada de pelo

Fuimos cómplices,
ladrón y sombras,
como lobos, escondidos,
entre rizos y entresijos,
y misterios sin resolver.

¡Tan lejana fue la música...!

Y las notas que tocamos,
danzarinas y ligeras,
como viento o suave brisa,
que mecía tus cabellos.

Y las horas eternas,
de tiernos besos y pasiones,
de inconclusa búsqueda
por lo ancho y lo divino;
mis manos por tus manos
y un beso que escapaba,
lejos huyó, lejos
de ti, de mí, del mundo,
que entre tus cabellos
encontramos.

Entre beso y beso,
risas.
Risas tímidas
y tímidos suspiros,
silenciosos y vívidos,
consumidos en pasiones,
escondidos en secretos;
en tus labios y en los míos.

Y tú, que sin piedad
reías,
y volvías a reír,
yo sentí que me moría
a risa, beso y
de nuevo, sonrisa.

* * *

¡Cómo tus mejillas encendidas!
Vivas llamas color de rosa,
como tímido fuego
sobre nevadas praderas,
y mil pardas lunas que jamás pude contar.

Ardiendo estaban todas,
vivas.
Sin saber bien cuándo, cómo
o por qué,
ni qué hacían allí.
Sólo eran, y temblaban,
al sinuoso y trepidante ritmo,
de las preguntas sin respuesta,
de canciones indiferentes,
que, entre tus cabellos,
resonaban.

Y junto a tus mil lunas
te meciste.
Tu ritmo y mi compás,
a tormentas compusieron,
los eternos himnos que agitan,
turbulentos corazones.

Viejas notas de viejas melodías,
desde el ímpetu de las pasiones,
besaron tus besos mis labios,
y mis labios tu mirada.


Y fuimos en la nada,
cenizas
que el viento esparce,
desde el fuego del alma.

Y fuimos fugacidad,
presos
por nuestras manos,
humo, suspiro, paréntesis.

Delirio #50: ¿Dónde irá la niña?

¿Dónde irá la niña?

La niña, la niña llora.

¿Qué será de sus dorados cabellos

- la niña, la niña llora -

y de sus rosas mejillas?

La niña, la niña llora.

¿Qué, de sus pupilas,
agua, cielo y virgen;
fuentes que son espejos
de manantiales cristalinos?

¿Qué será de las perlas
que cuelgan de sus mejillas?
¡Y cómo adornan juegos!
¡Y cómo encantan fiestas!

¿Dónde huyó su canto,
que atravesó páramos,
cabalgó colinas y valles
y tantas flores vio nacer?

Los arroyos enmudecían,
los pájaros callaban,
y las nubes se corrían.

Silenciosa, su canto
mudaba
entre finas hojas,
entre pétalos y esmeraldas,
entre carbones y huesos.


¿Adónde fue la niña?
Y sus buenos ojos,
iluminaban negras almas.

La niña, la niña llora.

¿Qué fue de la nieve

- la niña, la niña llora -

que pisó con sus talones?


¿Qué fue de aquel fuego,
flamas de agua y sal
que tras sus párpados escondía?


¿Adónde fue,
dime, la niña?

¿Adónde fue,
que me traspase?

Delirio #48: Ciegos

¿Seré yo el único rey tuerto
en este mundo ciego?

lunes, 24 de noviembre de 2014

Juguemos a ser sombras.

Juguemos a ser sombras
disfrazadas de colores.
La bruma de la mirada,
esa con que me miras
¿cómo lo haces?
Dice el mar que eres la envidia
de sus olas.
No, realmente.
Las olas del mar son tú
y tú eres ellas.
Y también eres el cielo,
que surca mi mente cuando
¿escribo?
* * *
Eres los pequeños detalles aburridos,
¿aburridos?
Aburridos.
Y yo, ¿qué soy yo?
Estaría bien preguntarse,
de cuando en cuando,
o un porqué transversal a un quizá.
O esa cosa que diverge,
ese qué soy yo
que no sé qué es.
Yo qué soy.
Tú qué eres.
Tu qué eres.
Podría darse por muerto
ese qué soy yo
si lo encontrara.
* * *
Juguemos a ser sombras
fundidas en nubes
y sus lluvias.
O en auroras boreales.
Seamos sombras
entre mantas y deslices,
"creo que no debería haber dicho eso"
y lo dije
y tus labios cuando sonríen
acabaron conmigo.
de nuevo
* * *
Tirados como cosas
sobre el salón de tu sofá,
somos,
¿qué somos?
Terciopelo y música clásica.
Y tus piernas y las mías
componen un acertijo
¿cuáles diablos son las tuyas?
a resolver por el reloj.
O esa maraña de pelo
enredada entre mis dedos.
* * *
¿Qué somos?
dime
¿qué somos?
Somos nítidas sombras
claras, como luna,
claras y consumidas
por el tiempo que aún nos resta
y nos convierte en invisibles.
* * *
"Para que cuando nos veamos,
todo esto tenga sentido."
Y morí.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Los ángeles también florecen

Los ángeles también florecen.

No, no vayas por allí.

Arriba es abajo
y abajo cualquier lugar.

¿Eras tú quien decidió
escalar profundos valles
y pintar azules tonos de negro?

Abre la puerta.
¡Ya!
No podría esperar a besarte.

De hecho,
lo estoy haciendo.

Llevo años haciéndole el amor
a la ridiculez
y acostándome
con lo patético.

Diecisiete años sin saber que existo.

Y llegas ahora tú y te dedicas a destruir.
¿Qué?
¡Sí!
Me.

Mira los pájaros del cielo. Creen que son libres,
y yo, un halcón.
¿Cómo?
¡Sí! ¡Sí!, cuando las letras que escribes
rozan mi piel
y soy esclavo
del susurro que discurre a lo largo de tus tacones
que hasta tus ojos baja
como las nubes verdes
y los verdes corazones.

Verde... verde...
¿Verde?
¡Todo verde!
¡Todo!

Los disfraces,
la arena de la playa,
los rizos de tu pelo,
corbata -soga- alrededor de mi cuello...

El cielo es negro.
Negro, negro, negro.
¿Recuerdas cuando de noche lo pintamos?
Yo, a veces, casi.

De hecho,
observé la luna con microscopio,

desde dónde,

y vi un espesor rojo y rojo
con sabor a dulce y

* * *

Sí.

Decididamente es triste.
Como los días de sol y playa,
como las casas rojas con tejado negro,
como esa gente que saluda diciendo adiós,
como el grito de un niño que se ahoga

entre risas de otros niños.

* * *

O.

No, no vayas por ahí.
Por lo grandilocuente y... ridículo.

Ridículo.

¿Quién querría ser
ridículo
a ojos de nadie?

* * *

¿Dónde están los ángeles?

Huyeron por donde viniste,
ni por qué ni cuándo,
sé.

¿Te gusta la lluvia?
Deberíamos bailar
sobre la atmósfera terrestre,
no sea que salpiquemos de negro
los charcos,
o de colores brillantes de viento,
ese que tú oyes
entre amaneceres de luna,
y ¡zas!
anocheces en canciones.

No tienes derecho
a quedarme sin palabras
cuando grito
y gritas.

El mundo estuvo loco
y lo estará
después de nosotros.

¿O somos nosotros los cuerdos?
¿O eres tú un mundo?
¿O universo?
¿Teoría de cuerdas?
Tuya y mía.
A partir de mañana nos separamos
quince y medio pasos
hasta que ya fatigados nos quedemos sin aliento en el dilema de sí o no
respirar.

¿Quién es aquí y ahora
el loco?

* * *

Los ángeles también florecen.

¿Cuándo?
Yo no los vi.
Ni creo que los bese.
¿Quién querría besar un ángel

o atraparme entre tus labios?

viernes, 21 de noviembre de 2014

Horrendidad.

Carantoñas que adornan tu hermoso rostro.

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro

tu hermoso rostro



Eres horrenda.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Delirio #39: Chocolate. Abrazo. Mmm... Eh... No sé....

Sobre tu blanca piel
y sus remotos lunares;
entre tus desordenados rizos,
y bajo la luz de tus ojos,
fluye, con gracia divina,
no sé qué es lo que recorre,
dulce, tus dulces mejillas.

Arriba de tus besos,
quizá en lo oscuro
de la bruma,
o en lo húmedo
de lluvia o lágrimas,
que son gotas,
de amor o espera,
y en mis ojos
dulce, dulce canto.

Será agua,
y como agua fluye,
incolora sobre la piel,
lúcida y gigante,
a través de nubes y estrellas.

O rota,
como yo soy roto
cuando tú lloras
lágrimas de sal
y arena negra.
No brotan de tus ojos,
no
en tu gélida pupila:
mana tu llanto de dentro,
gemidos y sollozos
desde donde no alcanzo.

Llanto rojo,
llanto en llamas.
Gemidos y lamento,
nacen de lo informe
y desconocido.
Desde allí,
donde acucian los temores,
allí... allí... allí...

Allí no llegan mis manos.


¿Son de amor?
¿O de qué son, dime,
tus vírgenes sollozos?
Crujen y estallan,
se rompen y quiebran
sobre mi pecho.
La tormenta desatada,
nubes negras se desgarran
y arrojan
lágrimas, tus lágrimas,
¿o son mías?,
entre truenos estruendosos
y gritos más lejanos.


¡Oh! ¡Espera!
¡Ya lo veo!

No son lágrimas,
ni de nieve copos.
Tampoco lluvia,
como si del cielo,
pudiera caer qué,
¿sobre nosotros?