martes, 8 de diciembre de 2015

Escrito bajo la música de Nils Frahm

Mírate

Estás ridícula

Sólo quieres jugar

Yo estoy cansado de todo esto
(esa música
me ha hecho olvidar
lo que ya estaba escribiendo
antes incluso de empezar a hacerlo)

Mírate
Charlando con tu madre por teléfono

Yo estoy cansado
Echo de menos a gente que no conozco
(ellos dicen que no está mal
lo que escribo
que tengo mis puntos fuertes)

Cansado
de estos hombros que no
soportan más su carga

De este té que nunca se enfría lo suficiente

De esta gata
que sólo quiere jugar conmigo
(no me mires así,
tampoco es tu culpa
que no es tu culpa)

De este cuarto tan encogido
tan demasiado estrecho
que no puedo extender las alas
(tampoco puedo volar
que no puedo volar)

De esta sombra sólo mía
tan por encima de

Estoy cansado
(lo ves en mi rostro,
lo ves en mis labios medio abiertos,
en las arrugas de mis ojos,
en la pequeña joroba de mi espalda)
De los días tan cortos
de noches a medio dormir
de esta ansiedad
este medio insomnio
que tanto cuesta
que no se apaga

De esta voz extraña
que no consigo callar y
sigue haciéndome correr hacia
ningún lado


Estoy cansado
pero eso a ti no te importa

No
Tú sólo quieres jugar

lunes, 19 de octubre de 2015

Mutuo invierno

Un invierno mutuo nos entrega.

Las constelaciones se separan
lentamente
constantemente.

Un cometa dará su vida
-hoy, mañana, siempre-
en nombre de todas las estrellas.

Acto inútil.
Su muerte no será contemplada.
Nadie –persona, ciprés,
estrella-
mirará al cielo ese día –lunes,
abril, mil novecientos diecinueve-.

. . . . . . . . . . . . .

Los días verdes. La sangre,
caliente. La herida
se fragmenta en distintas dimensiones:
recuerdos en blanco y negro,
mi hombro y una mano
-mía, tuya, mano de árbol,
mano de halcón -,
un océano tan inmenso detrás de tus párpados.

domingo, 11 de octubre de 2015

Súplica

Sílbame, Otoño –infierno-
despacio mi despedida.

Juré no mirar de nuevo
los brazos huecos,
las piernas húmedas a través de los años.
Filtro. Espejo roto.

Grítame, brisa.
Tú también estás hueca.
Miénteme que ya me he ido.

Susúrrame.
Susúrrame en lo más profundo.
Sonríeme si hay cima y
si abismo encuentras
no me llores.
Sólo calla
y marcharé contigo.

viernes, 9 de octubre de 2015

Tiempo

Escombro de mi propio escombro.
Sombra propia que se mira
y es incierta: nunca grita.
Sólo clama en la mirada.
Aún sorda, se escucha.

Un suspiro. 
Y es incierto.

Sola canción como refugio.



. . . . . . . . . . . . . . .



1.

Esta habitación permanecerá vacía:
abandoné su llave en tierras extrañas.

No importa: ya quebró la cerradura.


Pasos huecos.
Astillas como huesos.

Humedad hiriente. Abismos.
Muros.

Tanto tiempo…

No importa:
ya salió un sol.





2.

Rincón.

               Hondo.

                               Desierto.


Titilante tiempo.

Sobre una mesilla,
rotos,
papeles blancos.

Los libros, muertos.

No, no.
No importa.
Ya me fui lejos
buscándome entre las flores.      

miércoles, 23 de septiembre de 2015

.

Olores extraños a esta orilla de Septiembre.

Rasga un rayo en las cimas de la noche. Sin dudar,
sin telas de araña que anuncien su llegada.
Yo tampoco dudo (no serviría de
nada) y me arropo, aturdido, en su huella.

En la luz, una pregunta. Simple y única,
como ciervo que corre a través del pasto
y su silencio. Una pregunta escondida
en el interior de un sobre
que aguarda dentro de otro sobre
(estaba roto ya: ya había muerto),
en la oscuridad más deslumbrante,
besar por fin la luz.
Y esa luz, su rayo,
mi noche,
mi Septiembre.

Rápidamente
entorno los ojos y
rápidamente
cierro los ojos.

Mis párpados se abren.
Microsegundos que llegan, se pasan.
Ya no hay luz
sólo una humedad
desconcertante.
Son mis manos.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Hastío

Róbame sobre la Antártida
viento esquivo sobre espalda
sombra ciega
irrumpe en la mañana
irrumpe en los diáfanos
suspiros que nos miran destruye
la voz que canta la voz que asfixia
la voz que todo lo reduce a polvo
regreso escarcha
ceniza cielo grillo vuelta
cielo seco
ebrio grillo
estampa ignífuga por los siglos
asfíxiame cielo seco
duérmeme grillo ebrio
sálvame en mí bella estampa
¿dónde dormiste anoche?
Róbame sobre la Antártida

jueves, 3 de septiembre de 2015

Espadas. Como aceros. Como labios.

Tú cabalgas mis húmedos labios.
Sepultas entre tus brazos mi memoria.
Me arrancas de mí.
Me arrojas del mundo,
de los años sin tu aliento
-éste que sacrifica los reflejos
las historias, los tormentos viejos
desde las sombras (son sólo sombras)
y anudan contra el hierro mis manos
anidan en la crisálida de escombros míos
sólo de mí-.

Y antes del grito
prematuro;
antes del alma como vórtice inefable,
antes del corte final sobre los hombros,

en tu blanco cuerpo y delgado,
en un aroma de ciega dulzura.

en una luz de vibrante plata.
En un cantar sereno sobre la escarcha.
En un viento templado
tras el grito o su eco de amarga hiel…



Hiéreme, lazo de seda.
Traspasa mi anegada piel.
Hiéreme en las garras.

Arde, arde dentro
hielo invernal.
Arde
como beso. Como rabia.
Como ternura sobre espanto.

domingo, 9 de agosto de 2015

Seremos

¿Será un cielo pleno,
una brisa constante,
o sólo quedará un humo
-mañana-,
cuando jamás nos perdamos
en los ojos
o en alguna sonrisa
o en sus hoyuelos,
o en unos cabellos más y menos rubios…?
¿Será sólo un humo gris desde unas
cenizas grises
en los labios resecos,
sedientos, anhelando luz…?

¿Será nuestro querer
un querer eterno,
o somos viva tormenta
y así nos llevamos de la mano,
nos arrancamos,
nos sostenemos, desatados,
y volamos en nuestro propio
huracán inventado…?

Que has venido
y me has salvado.
Y no lo sabes.
Y sólo sabes…

No fue el sueño

Tenía sueño y no era
el sueño.

No te encontraba tras ninguno de los rostros
que ocultaban otros rostros más
invisibles.
No sé si en algún momento esperé de ti
que fueras transparente o sólo clara,
que llovieras como luna,
que sólo por fin te fueras
inesperada, como viniste,
tras una rubia línea entre la espesura.

martes, 21 de julio de 2015

Alturas

Llevo horas despierto.
Las sábanas aún están mojadas
pero no es el calor.
Es martes, no es ningún día especial.
Y, ¿qué es especial, a estas alturas?
La atmósfera es húmeda y algo brillante
y todo parece fuera de
lugar.

Creo que he vuelto a tener otro de esos sueños.

“Intenta no pensar en ello”,
pero es inútil intentar no pensar en aquello que te hace
sangrar
por dentro.
Es como remar contracorriente y tu remo está roto.
O como navegar sobre ácido.

“Intenta no pensar en que no deberías pensar en ello”

Todas las mañanas se repite.
Primero es el sueño, mágico,
compuesto de más colores de los que realmente
existen. En ellos siempre
vuelves. Luego llega el despertar,
irremediable,
un estado temporal de confusión entre
realidad y sueño. Es mi etapa favorita
porque en ella realmente parece que
volverás. Por último, la realidad me aplasta
con esas cosas que yo no quiero y están
ahí,
y con las que no están, que son las
peores:
Tú no estás.
Papá no está.
Yo no estoy.

Tengo aún muchos libros por leer,
pero me pasaré las próximas dos horas mirando
tu perfil en twitter. Me hará daño, sí,
pero no me importa romperme un poco más.
Total, ¿qué no está roto a estas alturas?

miércoles, 15 de julio de 2015

Dime

Y dime, ¿fue primera
la primera vez que me dijiste?
O tras unos labios fríos, tras una máscara de calidez sincera,
tras un impetuoso gesto o penetrantes
gemidos,
una piedra,
o corcel o punta de flecha
-una culpabilidad incierta-,
un camino helado y yo una sombra;
yo una sombra y tú un agua clara,
una lluvia como torrente,
una tormenta desatada en las inmensas aguas
del inmenso océano,
una turbulenta marea,
un charco diáfano.
Tú.
O estos lirios altos que ya el rojo versaron.

O una manta áspera, una sábana blanca como
telarañas,
telarañas puras, ingrávidas,
suspendidas en un aire amargo y espeso.
Y unas garras que las hilan
hoy,
cien mil años después,
en otro espacio, en otro tiempo,
bajo unas desconocidas alas y su sombra negra.
Telarañas.
O un bálsamo cálido en tus manos.



Y dime, ¿fue primera?
O las flores tiernas, o los verdes tallos.
O una ambigua voz, unos inciertos labios.
Una voz que resuena tibia al oído,
unos labios afilados que deshielan el delirio…
Dime… ¿fue primera?

Ingravidez

Me despierto ingrávido.
Las mariposas no tienen cuerpo.
Sus alas vuelan solas entre toda esta atmósfera azul.
Las amapolas han olvidado su ser en primavera.
La brisa me susurra hielo en la piel.

Estoy desnudo.
Sólo quiero decir cosas sin sentido.
Me apetece cantar pero no tengo voz o es inaudible.
Tengo la vaga sensación de que pasará un tren en cualquier momento y lo echará
todo a perder pero no podemos controlar las fluctuaciones cósmicas,
ellas son entidades superiores de las cuales no osaría dignarme a hablar.

Es difícil escribirte con el corazón hecho pedazos.
Fuera es la guerra.
Los hombres, armados con fusiles, disparan a otros hombres, que se defienden con otros
fusiles.
Ninguno sabe disparar en realidad y esta guerra es muy triste por muchos motivos.

Aquí todo es azul.
La única guerra consiste en que te vayas y tú no quieres pero tampoco sabes cómo no hacerlo.
Esta ruptura es muy triste por muchos motivos.
Al final me voy yo.

Una moto acaba de interrumpir este momento tan místico con su ruido infernal
ya no puedo escribir, esto me supera.
Lo siento, bye.

martes, 30 de junio de 2015

.

Es tímida la lujuria que viene hoy a
visitarme.

Los cuerpos desnudos y blancos que ayer imaginaba
se han perdido en un horizonte
y ese horizonte queda detrás de mí.
Las fantasías nocturnas de tú y de yo
y de una cama
han quedado preñadas por un olvido e incapaces de respirar.
Y sé que esta opresión en mi estómago no es más
que una de ellas que lucha
por salir de mí.
Por respirar más allá de mi cerebro.
Por extenderse a través de palabras sobre un papel.
Por encima de mi cadáver.

:(

Tengo una esperanza y está rota;
rota de por sí, por un no.

Tengo una esperanza y no sabe si suicidarse.
Y por eso duerme.
Y tal vez si sueña…
No, no sueña.
No podría.
Si soñara sería una esperanza entera.
Entera y no torcida o mortal.

La esperanza se realiza o quiebra
entre estrofas o clavos rotos
o una telaraña de cuentos incompletos para niños incompletos.
O unos algodones blancos y rosas
que cuando los estrujas con las manos provocan distorsiones dimensionales y agradables.

jueves, 25 de junio de 2015

"¿Qué eres?", preguntó la voz,
"¿Qué eres?"

Contesté la verdad. No tenía sentido mentir.

"Soy una sombra. Poco más que una sombra."

martes, 23 de junio de 2015

Escribí esto un amanecer después de soñar contigo

Te veo. Miras al cielo.
Guías un círculo de estrellas con tus dedos.
Lo pintas con los labios…

Es noche, noche cerrada.
Las estrellas se cobijan en el fondo de los lagos.
Tú rozas con la planta de los pies en sus espejos.
Corren las estrellas, palpitan, en las aguas
se derraman, huyen lejos.

Tú corres.
Entre las incoloras brumas de los prados
danzas, te deslizas.
La brisa no desentona de tus pasos:
tú susurras y ella vaga,
tu cuerpo busca entre cipreses,
colores en tus faldas.


Te veo, silenciosa, y no te escondes.
Las estrellas en tus rizos
o puro albor, pétalos blancos.
La brisa es breve suspiro
entre las carnes de tus labios.
El silencio es sólo el hueco
entre el eco de tus pasos.

domingo, 21 de junio de 2015

Esperanza...

¿Estás despierta? ¿Me miras
como yo te miro a estas altas horas?
¿Escribirás mi nombre en ese cristal cuando no te vea?

¿Volverás si sientes un grito o un viejo aullido
desde años, kilómetros, atrás?

Qué poco falta.
Qué titilantes luces bastan para que un corazón herido
recobre la esperanza.

Y busca, dormido. Busca a su alrededor señales, estrellas, incendios,
montañas. Busca en cimas, llanos, tiendas de zapatos,
cafeterías, moteles, charcas.
Busca en luces más brillantes y otras apagadas.

Corre, tropieza. Se levanta y ya no camina: se sumerge,
vuela. Y al final, una luz
escondida entre las cuevas, espinas, rosas...

Y si más allá no hay luz cualquiera,
desangrándose ya, la inventa.

Delirio #62: Ya no sé

Ya no sé
si esperar a que aparezcas es tormento, suicidio o juego.
Si acariciar tu rostro a través del cristal debería empañar mis ojos
con lágrimas o mis hombros hundir de pesar,
o si debiera sonreír porque de alguna forma te estoy mirando.

No sé qué espero de mí
si soy yo o es mi locura o es mi temor a la cordura. O si es sólo
que te has ido y es sólo que me está
doliendo.
Y la decisión, hace años tomada,
se enreda entre sublimes fantasías y otras odas
más lejanas.
La realidad esconde su cuchillo y espera
que yo sueñe, que me atreva soñar,
que lo consiga…
y atravesarme con sus cálculos e insomnios.

Ya no sé
si la salida es ancha, un arco de un palacio,
o sólo un paso subterráneo, encrespado,
al otro lado.

No sé si me ves cada mañana o soy llano atardecer. Si seré
soplo de viento, brisa breve o sorda
ventisca.
Si esperas a que yo te sueñe, o cante, o mienta,
las amarras que aún nos restan…

Y, en medio del sueño, me despierte un ulular tardío. Y el
sueño muera en favor del sueño,
la realidad quiebre apresada entre dos labios emergentes
de tus labios.
Y el día viva y muera el día.
Y el sueño muera y viva el sueño.

martes, 16 de junio de 2015

Sólo

Sólo sé que estás al otro lado, tras la pantalla de un móvil
en otra ciudad, en otro mundo, en otro siglo.
Sólo quisiera que tú miraras que yo te miro.
Que a través del cristal tenue que nos unió ayer,
que hoy nos separa,
tú me miras las palabras o puente o telaraña
como yo mirara a la muchacha,
si tú fueras,
que un taxi o tren o alas
cierra las puertas.

Y es que tú te vas
y sé que no hay remedio.

sábado, 13 de junio de 2015

No (Pedro Salinas)

A veces un no niega
más de lo que quería, se hace multiple.
Se dice "no, no iré"
y se destejen infinitas tramas
tejidas por los síes lentamente,
se niegan las promesas que no nos hizo nadie
sino nosotros mismos, al oído.
Cada minuto breve rehusado
se dilata sinfines, se hace siglos,
y un "no, esta noche no"
puede negar la eternidad de noches,
la pura eternidad.
¡Qué difícil saber adónde hiere
un no! Inocentemente
sale de labios puros un no puro;
sin mancha ni querencia
de herir, va por el aire.
Pero el aire está lleno
de esperanzas en vuelo las encuentra
y las traspasa por las alas tiernas
su inmensa fuerza ciega, sin querer,
y las deja sin vida y va a clavarse
en ese techo azul que nos pintamos
y abre una grieta allí.
O allí rebota
y su herir acerado
vuelve camino atrás y le desgarra
el pecho al mismo pecho que lo dijo.
Un no da miedo. Hay que dejarlo siempre
al borde de los labios y dudarlo.
O decirlo tan suavemente
que le llegue
al que no lo esperaba con un sonar de "si",
aunque no dijo sí quien lo decía. 

Pedro Salinas, Razón de Amor

La voz nunca se apagó

¿Qué es el frío? Preguntaba, ¿qué es el frío?
¿Qué hay en tu alma?


La voz nunca se apagó.

viernes, 12 de junio de 2015

muerto

Me examino.

Tengo hambre.
No.

Tengo sueño.
No.

Tengo cuerpo.
No.

Tengo alma.
Sí.
Tengo alma.
Tengo alma.

Mi alma es una flor.
No.

Mi alma es blanca.
No.

Mi alma es un cristal.
Sí.

Mi alma está viva.
No.

Mi alma tiene luz.
No.

Mi alma está rota.
Sí.


Miro alrededor. Esto es lo más difícil.


He despertado.
No.

Quiero despertar.
No.

Ella ha despertado.
Sí.


Está muerto.
Sí.
¿por qué corréis todos y yo estoy tan quieto?

Nada

¿Y cuando no me quede nada?
Si el sueño aún duerme la única realidad y no es cruel, es sólo realidad.
Si soy incapaz o ciego o si el grito pudiera cambiarme de universo o de emoción o de época histórica.
Si es imposible que te marches aun cuando ya te has ido.

Y cuando las lágrimas no sean suficientes…
Cuando la angustia no conozca el límite en mi cuerpo y llegue al alma y sea devorada por los monstruos que expulsó un fuego hace años.
Cuando la vista atrás me engulla y no exista más que un horizonte plano. Cuando yo mismo me abandone y no quede más que nada.

Cuando sea cierto, sí, en mi memoria.
Cuando no albergue ya esperanzas o éstas no me abriguen hoy.
Cuando mi voz se quiebre siquiera haber cantado.
Cuando las lágrimas se congelen en mis ojos porque ya han recorrido mi pecho demasiadas veces.
Cuando no quede en mi cerebro más que realidad.

Y no es cruel. Es sólo realidad.

Serás (Pedro Salinas)

¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y solo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo;
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales:
es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós.

Otras cosas

No puedo ver cómo brillan las flores.

Si acaso están brillando.

Si no serán mis pulmones.

Si acaso duermen o se quejan o mi llanto no les deja dormir.

Si acaso vomitarán su polen al oír este poema.

Si acaso son tan desgraciadas como aquel que lo escribe
que no soy yo.
Que es otro que andaba lejos y ha venido a recordarme las pesadillas de otras noches.

Si acaso olerán bien cuando vengan abejas y muerdan sus pétalos
o cuando yo las pise.

Si su aroma olerá a ella o a otras cosas.
A ella o a un cielo.
A ella o a otro cielo.
A ella o a otras cosas.
A ella y sólo a ella.

Algo que esté duro y frío pero no tanto como esto

No logro escapar del cielo o del fénix o la sombra,


Tus manos estaban duras.

No alcanzo esas chispas de tocarte o tú tocarme o cataclismo
o ese brillo azul de tus ojos por primera vez tras un milenio.

No encuentro las lágrimas
pero este pus que supura mi piel y es agrio y está caliente y quema mis sentidos
y no dudará en ahogarme.

No veo esa luz que tú trajiste o esas brasas que piso y hielan la piel.

No siento de mí el abismo. Te veo,
tu sombra,
la sombra de tu sombra. Está lejos.


o sentirme de algún modo.

Está lloviendo

Está lloviendo. El cielo se viene abajo.
Como ayer. Como aquel día.


Pensé en aquel primer día en que me hablaste.
Llovía. Como hoy. Viniste sin cuerpo, sólo en alma: lo que las palabras de ti dijeron.
Coincidencia tras coincidencia, explosión tras explosión, sólo surgió.

Pensé en tu cuerpo sobre el césped. Mis ojos querían verlo todo borroso y mi lengua estaba hecha un nudo. Al final hablaste tú.
Recuerdo un calor insospechado recorriéndome por dentro. Recuerdo una luz intensa obligándome a cerrar los ojos. Recuerdo una noche, y una música, y unos suspiros…

Pensé cada beso tuyo endulzar una llaga, acariciarla, cicatrizarla. Recuerdo tus abrazos sellar mi cuerpo y su temblor y sus heridas. Recuerdo que nunca me hizo falta pensar para sentirme bien. Recuerdo una brisa especial que me llevaba. Una brisa que me dijo “ella no” muy bajito, al oído.

Te pensé cerca, muy cerca. Pensé en tu risa, tus ganas de reír, tu risa otra vez.

Pensé en los nervios que suponía el ir a verte. En estar horas y horas sólo esperando. Porque yo quería verte. Ahora.

Pensé en las veces que me pediste que fuera pronto. Casi todas. Y lo más pronto que podía ir no era suficiente. Los días se quedaban cortos y terminaban todos en un suspiro por otro último beso, por rozar un poquito más de piel…
Y volver a casa o flotar. Y no pensar en otra cosa que en la semana que viene, o en dos o tres más lejos. Porque volvería a verte. Algún día.

Pensé en lo mucho que brillamos. Pensé en lo bonitos que se veían mis ojos desde los tuyos.

Pensé en las tardes de manta y peli y algo más. Pensé en tus labios fríos que esperaban impacientes a que yo los besara. Pensé en las veces que tuvimos que correr allá donde ninguno queríamos porque yo tenía que irme.

Pensé en todas las calles, los bares, las cenas, en los rincones olvidados de los parques. Pensé en los impulsos eléctricos que causábamos al tocarnos, en todos los besos que quise darte.

Pensé en lo que íbamos a ser. Héroes o escritores o lectores de cuentos. En todos los planes que naufragaron, en todas las épicas historias que contaríamos algún día.


Está lloviendo. Como ayer.
Como aquel día.

El cielo se viene abajo. Yo sólo pienso unas lágrimas en nuestros ojos. Pero no éstás.

jueves, 11 de junio de 2015

Ángelus

Lo que sea más negro

La pregunta

La pregunta. Ayer.

Surcó tus labios
y no vagó perdida
entre tanto polvo te ocultaba.

Fue directa.
Directa por los siglos
a estrellarse en mi frente turbia.

La pregunta. Ayer.

Me cogió por sorpresa.
Jamás pensé que naciera de tus labios.

La pregunta. Ayer.
O dragón o quimera.

jueves, 28 de mayo de 2015

Encontré esto entre toneladas de papeles viejos

La gente de internet es real vive bajo los árboles come murciélagos vivos se baña en el mar de las conversaciones perdidas

las conversaciones perdidas son muchas y gigantescas tú también podrías bañarte en ellas no lo pienses sólo lánzate

ahora no eres tú verdad ahora tus sueños no son tus sueños sólo son sexo y tampoco son húmedos son sólo sexo

porque te has visto reflejado o reflejada en un mundo del que formabas parte

un mundo en el que los hierros supuraban óxido y tu sangre supuraba hierro y el óxido son tus lágrimas

por qué llorabas jamás lo sabrás ni siquiera eras consciente quizá te rompieron el corazón no espera eso es imposible

entonces quizá quisiste volar de veras lo intentaste pero cómo ibas a volar sin alas tus pensamientos son estúpidos

porque volar requiere dos grandes alas y volar requiere no estar muerto

quizá entonces te diste cuenta de que no tenías alas o quizá pensaste que estabas muerto y aquello no tenía solución

entonces dejaste de seguirme en twitter porque para qué si sólo lo hacías por los seguidores y por el dinero

a plena luz del día lo hiciste sin remordimientos posteriores era inútil pensar más en ello

quizá fue cuando apagaste las velas y saliste a la calle y el viento te golpeó en la cara con la fuerza de mil cometas

sin pensarlo echaste a volar o eso pensaste no es todo tan fácil

extendiste tus alas hacia el cielo y las estrellas hacían corros a tu alrededor y tú reías y reías y tus carcajadas eran puras

llegaste a marte o a Saturno o a Urano qué más da tú eras feliz demasiado feliz para


estar muerto

Raposas

Hoy he leído el periódico.
Era un periódico de luces sin sombras.

Aparecían, en primera página,
tres poetisas jóvenes, y cómo no,
famosas.
Yo no estaba entre ellas.

He sentido una serpiente hasta hoy desconocida,
rosa,
llena de lunas negras.

Pensé momentáneamente en este mundo de modas idiotas
y pensé también si no serían aquellas otra sin sentido moda.

Miré sus ojos, uno a uno,
seis telescopios.
Reflejaban estrellas.

De mi envidia surgió una rosa.

De raposas son dragones,
musas,
salvajes doncellas.

viernes, 22 de mayo de 2015

Mariana

Déjame pulsar tus labios,
lentamente, sobre frío.

Dame luz sobre los ojos,
tiernamente:
expulsa mi olvido.

Admite, suspira, una palabra:
será nueva, viva, rosa
al tacto de tus oídos.

¿Por qué das la vuelta,
si me miras,
ese brillo ciego que aún espero?

Y la herrumbre que aún salpicas
oxida, invierno, mi piel…


Cae, desnuda, la cortina
sin cristal.
Tú a lo lejos:
un viento o abismo nos separa.

¿Y mi aliento…?

Pitágoras era un hombre sabio

Porque los espíritus salen por la puerta y yo me quedo sentado y mirando cómo bailan pero no les veo bailar sólo capto el movimiento visceral que hacen sus manos y sus brazos y los intestinos derramados por las aceras que dejan un rastro a un ritmo musical

Estoy en un mundo que me dice adiós constantemente y sus despedidas orbitan como los planetas y yo soy el sol y miro palabras sueltas algunas vomitivas pero nadie me dice dónde ir yo quiero que alguien me guíe por el mundo porque no entiendo la velocidad pero nadie me va a ayudar estás solo

Hoy he visto un árbol y no era un árbol corriente gruñía y echaba humo aun así le he hablado con palabras dulces chocolatina le he dicho pero él sólo quería gruñir y erupcionar creo que no era un árbol

Me siento solo y eso es ridículo si te pones los ojos de un siberiano

Beber es bueno a veces sólo cuando deseas que las cosas malas no sean cosas pero luego es complicado dormir con malas no es cierto dejar de olvidar es algo complicado es muy fácil es adictivo no bebas nunca bébeme el alma

Todavía no se ha pasado el día y ya estoy escuchando una voz dulce preciosa y pelirroja pero está muy lejos esa voz no sabe que yo existo pero yo existo no :(

No vuelve yo sólo quería jugar un rato cómo te llamas eres una niña muy bonita no me importaría una copa oh sí sigue más abajo no tanto me fui adiós

Aún no sé si quiero ser mamá o papá pero estar ebrio es muy adictivo pero solo no tanto pero

La aglomeración de versos sin porqué en este poema es directamente proporcional a que no es un poema todo es real atrévete a ser diferente tú eres lo mejor que te puede pasar porque no esperarás que yo te haga cosas no eres una flor no me pidas perdón ya es tarde adiós :3

Hola vengo por estas magias que compré hola no sacian mi alma hola pero yo tengo alma hola bueno probaré por si acaso hola adiós

Cuándo acabará esto no lo sé puede que mañana o puede que ya haya acabado y tengamos un sentimiento de culpa o no se acabará nunca y estamos perdidos estamos perdidos no hay forma socorro no encuentro las comas los puntos los días los sexos

Yo algún día seré famoso tendré valor pero dejemos de hablar de mi háblame de ti cómo te ganas la vida

Algunos marineros no saben decir lo siento yo al contrario si sé pero no sé es difícil tener dos caras y no saber por cuál te quiero adiós :( hoy llevo muchas caras tristes alégrame como tú sabes pero sólo si hay una pantalla de por medio no quiero que me veas llorar

Auxilio

Sólo vine por los abrazos gratis pero ya que no hay me voy adiós ojalá pudiera correr de aquí o de algún lugar o de todos los lugares eso es imposible ok


:(

viernes, 15 de mayo de 2015

Ya comprendo

ningún príncipe azul va a salvarme

Esto no es poesía pero a veces

Quiero patear cosas.

Quiero patear cosas tan fuerte y que no me respondan las cosas que patee.

Quiero patear cosas y no sentirme culpable más tarde de sus heridas
o tener que pisar sobre ellas cuando ya estén muertas.

Quiero patear cosas muy fuerte y que vuelen muy alto y que formen
una estela arcoíris sobre la estratosfera.

Quiero patear cosas y no saber si ha estado bien o mal pero sentirme orgulloso
o imbécil por una vez.

Quiero patear tu cara.

Quiero patear tu cara y susurrarte todo lo que no soporto de ti al oído y que mis palabras formen arcoíris en tu cabeza.

Quiero patearte tan fuerte que no vuelva a saber jamás de ti
y que no me duela patearte.

Quiero patear no sé qué en mi cerebro que me dice que todo va bien y quiero patear los agujeros negros que se abren dentro de él porque no todo va bien.

Quiero patear mi propio cadáver y soñar que no es verdad.

Quiero patear todas las cosas que son no en realidad.

Quiero autopatearme y después autodecirme cosas como te lo dije o no deberías haber hecho eso.

Quiero que tú me patees y no me hagas sangre pero sí moratones
los consideraré moratones de amor.

Quiero que las cosas me pateen y volar por la estratosfera estelado de un arcoíris ideal y estrellarme en algún sitio bonito porque me ha cegado otro arcoíris menos ideal de alguna cosa que yo pateé con o sin rabia en un momento anterior a mi existencia.

Quiero que mi futuro cadáver me patee o bueno no.

Quiero que las cosas irreales me pateen fuerte y sepa así o no de su existencia.

Quiero patear cosas.

Quiero patear cosas y que no me duelan las manos o el cuerpo o el cerebro mañana.

jueves, 7 de mayo de 2015

6.

Voy contra el viento ahora, tras la luz.

Los mares, inmensos, se arrinconan; los vientos, antes huracanes, son quietud. El sol hormiguea en mi piel y mis brazos preguntan pálidos, nerviosos, si serán los tuyos, dónde, en qué lugar…


Miro.
A cada paso, a cada luz singular te busco: miro en derredor y no te encuentro. En la ciudad vacía, en el parque helado, ¿dónde te encontraré?

Y en mi corazón ruge un desgarro, y sangra púrpuras, violetas, y auroras tímidas, cristales empañados, vapores cálidos e invisibles, lluvia y afán de llover más lejos.

Así te busco en lo invisible. Te busco perdido, de noche, en invierno, sin un frío claro y un horizonte yermo, buscando el crujir de las hojas secas o el silbar de una brisa temprana… Súbito, mostrándome un inseguro camino hacia ti, tus labios rojizos, púrpuras, tus brazos morenos, tibios, tu voz agotada, viva.


Te miro.
Deseo mirarte en cada reflejo y los espejos me devuelven mi mirada seca, turbia, impregnada de una humedad que desde anoche desconozco…
Y queriendo mirarte, soy incapaz.



Te veo.
Al fin, en mediodía, tras la aurora.

Y no eres tú, no;
son tus besos a la vida, tus miradas inocentes, tus tranquilos pasos clamorosos que caminas. Son tus faldas irisadas que translucen mariposas, sus destellos efímeros y trenzados, dulcemente, en las esquinas ocultas y rosas. Son cristales fulgurosos y veloces que chorrean en las fuentes y hacen luz y tú les miras, y a mí vienen sonrojados.

Son las horas sorprendidas que, aun perladas, aun prendidas se ven traspasadas, sometidas a un lago quizá y entorpecido: las agujas de tus pasos…

Te veo, hoy. Te veo y tú me miras.
Posada estás sobre la flor desnuda, y tus delicadas alas de seda blanca... En las puertas de un bus inquieto, inquieta te marchas; y eres el suave tizne y rosa de unas mejillas anónimas...
Te veo libélula jugando entre nenúfares, no perdida, no rendida,
libre.
Sí, tú libre.

De mil colores, libre.

lunes, 4 de mayo de 2015

5.

Lo he decidido. Buscarte.

A ti, a tus sombras ceñidas en soles, a los vientos que desprenden tus faldas, la brisa efímera y que enfría tus labios, helada.

A ti que te escondes, sin querer, en otros mundos más cálidos, en las calles anchas que hacia el sol florecen y en los estrechos callejones, donde apenas espera un rayo tu piel, y en él te sumerges…


Luce, luce ya en lo más alto. ¿Dónde te encontraré?

¿En qué lugar insospechado, en qué flor más casual, en qué desliz inoportuno…? ¿En qué rincón alto me esperas? ¿Te avistaré sobre qué valle, sol, bajo qué duna? ¿Hacia dónde he de mirar? ¿Qué luz es tu luz? ¿Cuál de ellas, miles, vistes?

¿Cuál de ellas me besará cuando yo llegue?
¿Cuál de ellas, a tus pies, se dejará alcanzar y así te vea?
¿Cuál gritará dolida al ver mi oscura mancha y ella albina?
¿Cuáles huirán mudadas cuando pase y mis gritos?
Y si acaso no me ves, yo no te viera…
¿qué luz, cuál de ellas te dirá que yo he pasado?

                                                                                        * * *

domingo, 3 de mayo de 2015

Ven, ven tú. (V. Aleixandre)

Allá donde el mar no golpea,
donde la tristeza sacude su melena de vidrio,
donde el aliento suavemente espirado
no es una mariposa de metal, sino un aire.

Un aire blando y suave
donde las palabras se murmuran como a un oído.
Donde resuena unas débiles plumas
que en la oreja rosada son el amor que insiste.

¿Quién me quiere? ¿ Quién dice que el amor es un hacha doblada,
un cansancio que parte por la cintura el cuerpo,
un arco doloroso por donde pasa la luz
ligeramente sin tocar nunca a nadie?

Los árboles del bosque cantan como si fueran aves,
Un brazo inmenso abarca la selva como una cintura.
Un pájaro dorado por la luz que no acaba
busca siempre unos labios por donde huir de su cárcel.

Pero el mar no golpea como un corazón,
ni el vidrio o cabellera de una lejana piedra
hace más que asumir todo el brillo del sol sin devolverlo.
Ni los peces innumerables que pueblan otros cielos
son más que las lentísimas aguas de una pupila remota.

Entonces este bosque, esta mota de sangre,
este pájaro que se escapa de un pecho,
este aliento que sale de unos labios entreabiertos,
esta pareja de mariposas que algún punto va a amarse...


Esta oreja que próxima escucha mis palabras,
esta carne que amo con mis besos de aire,
este cuero que estrecho como si fuera un nombre,
esta lluvia que cae sobre mi cuerpo extenso,
este frescor de un cielo en el que unos dientes sonríen,
en el que unos brazos se alargan, en que un sol amanece,
en que una música total canta invadiéndolo todo,
mientras el cartón, las cuerdas, las falsas telas,
la dolorosa arpillera, el mundo rechazado,
se retira como un mar que muge sin destino.

lunes, 27 de abril de 2015

lo intento pero no me llego a mi ayuda

Hay muchas cosas que quiero decir y aún no entiendo cómo he conseguido callar mis manos por mucho tiempo

He decidido escribir mientras el agua caía caliente sobre mi cabeza y luego fría y luego caliente de nuevo y no había presión y sólo podía pensar que

ya no quedan ríos donde podamos bañarnos desnudos pero tampoco queda desnudez suficiente que nos contenga

cuando ya hemos escapado y nos hemos vuelto invisibles por fin tras tantos años de inseguridades

de no saber qué hacer o a dónde huir si sólo corríamos en círculos persiguiendo sombras

y después de decenas de kilómetros de muchos intentos nuestros fantasmas éramos nosotros mismos



Me vuelvo

me vuelvo a mis entrañas donde los sueños triunfan donde el amor triunfa donde lo hermoso son las estrellas y nos quedamos iluminados por algún que otro púrpura ideal

Y ese púrpura son sólo nuestros ojos que gritan que no soportan que miremos a las madres de tacones altos y bajos años que vomitan en alguna que otra acera o sucursal bancaria

que no quiere ayudar porque una persona es demasiado escandalosa podría gritar podría hacerlo todo trizas tantos sueños tantas esperanzas no por favor policía adiós



En mis entrañas todo es de colores y las cosas saben bien

como aquella vez que en el colegio te rompiste una uña y todas las chicas se rieron de ti

y yo me siento así cuando las pinturas no son suficientes y mi mente comienza a segregar los líquidos reales que ni tú ni yo queremos

Entonces acuden los ruidos y el mundo no es suficiente no es grande es

negro y me da miedo mirar a tus ojos por si dejan de brillar



El amor frustrado es no poder brillar en tus ojos

Tú estás leyendo una revista y todo está en silencio

Yo me despierto ingrávido las mariposas no tienen cuerpo

sus alas vuelan sólidas en toda esta atmósfera azul

Las amapolas están negras ya no cantan no son rojas la brisa es agria las hiere no soportan tanto ruido qué hacemos luchamos contra una chimenea contra una depredadora mecánica

Estoy desnudo y sólo quiero decir cosas sin sentido y cantar pero no tengo voz mi voz se ha ido soy inaudible aquí


Tengo la vaga sensación de que un tren pasará en cualquier momento y lo echará todo a perder pero no podemos controlar a los pilotos de trenes son dignos y humanos se equivocan llegan tarde tapan la cámara fotográfica y se masturban ahora que no los vemos

Pero pasará el tren y nos arrepentiremos de no verlos pero tampoco podemos controlar la comida de microondas demasiado hecha o los anuncios repetidos en los realitis de las teles



Es difícil escribirte con el estómago hecho pedazos

Fuera es la guerra

Los hombres armados con fusiles disparan a otros hombres con otros fusiles pero ninguno sabe disparar qué tragedia los fotógrafos hacen fotos a niños deshidratados y la máquina de cocacola necesita un euro que nadie tiene pobre

La guerra es triste por muchos motivos

pero aquí todo es azul la única guerra es que no te vayas que no dejes de leer esa revista que quieras buscarme un río y bañarnos que no te canses de ser invisible y no quieres pero no sabes cómo no hacerlo

Esta ruptura es muy triste por muchos motivos

domingo, 26 de abril de 2015

4.

Es brillante.

Las flores me saludan esta mañana desde sus balcones de tierra, guiñando, entre sus pétalos, una endeble gotilla de agua.

Las calles se han abierto hoy. El sol las transluce y se difuminan en arcoíris y cristales sin niebla, sin humo, sin gris… Las hojas de los árboles pintan hoy su verde en las aceras y las personas, extrañadas, pueden respirar.

El día es azul, pero las estrellas nublan el cielo. Las hay grandes, más que el sol. Son redondas y sonríen... Otras, pequeñas, son sólo un pequeño rasgo en el cielo. Me miran curiosas, pero están demasiado lejos. No podrían llegar…

Una brisa tramposa y sincera recorre la ciudad. Sortea tranvías, faldas, se arremolina en mis brazos... Está fría, pero es dulce, y arrastra pequeños pétalos rosáceos, diminutas chispas de luz... Mis brazos se erizan sin querer. Tengo frío, hoy, esta mañana.

“Mañana” susurraste, en sueños, anoche.

“Yo, mañana…” repetías una y otra vez, y no sabías qué decir.

El taxi paró en una calle más nocturna. Me diste la mano: no querías tropezar. Mis ojos relampaguearon y quise decirte que está mal caer conmigo, que es más enredado... Tú ya no me mirabas. Tus rizos me acariciaban... Te paraste en el rellano, anoche, tus mejillas encendidas.

Yo te miré a los labios. Ellos me miraban. El silencio, arrebatado, se hizo dueño, en nuestras manos, de todo lo que no buscamos, anoche, lo que no dijimos, anoche, lo que no sentimos…

Anoche me miraste y tus ojos se perdían en la nada. Anoche me miraste y una lágrima, quebrada, se arrojó a morir de entre mis ojos.

“Mañana…” susurraste a mis lágrimas. Tu voz, pastosa, soñaba...

Un destello restalló en la oscuridad adormecida. Un fugaz fulgor, tan breve, paseó por mis pupilas…

"Mañana..." tú, evadida...
"¿Me buscarás, amor, mañana?"

                                                                                    * * *

miércoles, 22 de abril de 2015

Soledades #4. Púrpura.

La niña azul mira la calle,
púrpura,
tras la ventana.

¡Los gritos de los niños!
Corren, saltan, gritan,
risueños,
tras la ventana.

Seis chiquillas han formado un corro
y bailan.
Juegan, tras ellas, sus faldas.

¡Cómo ríen las niñas rosas
bailando tras la ventana!

La niña azulada mira la calle,
púrpura, púrpura,
tras la ventana.

Dime, abuelita,
¿no podré jugar con ellos mañana?

Intuye, ligera,
palabras ahogadas,
miradas nubladas…


Un tibio cristal cae al suelo.
Resuena en la calle su eco silencioso…

La niña suspira,
suspira azul tras la ventana.

lunes, 20 de abril de 2015

Soledades #3

La brisa, leve, sacude la montaña
que se agita.

No se ve, su alma, la montaña.

La amapola se rinde al juego celeste,
festín de luces, colores y sombras…

No se ve, su alma, la amapola.

¡Ya vaga el río perdido,
sonando entre estrellas y fuegos de artificio…!

No se ve, su alma, el riachuelo.

Un pastorcillo se mira,
se mira y no se encuentra…

Se fue.
Se fue, su alma, con ella.

Picando, la lluvia sombrea los caminos
tiñendo nubosos los prados verdes…

¡No, alma! ¡No me dejes!
¡No, por favor, me duelas!

miércoles, 15 de abril de 2015

Soledades #2

La tormenta ha estallado.
Un olor azulado se filtra a través de la breve rendija sobre mi ventana.
Los rayos, fugaces, lo acompañan.

La lluvia picotea incesante el suelo dejándose caer pesada, en su transparencia, el color puro del cielo.
¡Oh, sí!
Viene desde su estancia en las nubes, hoy tristes, de la morada de un dios.
Y ese dios que llora amargo…

Ácidas caen sus lágrimas al mundo.
Desnudas visten las calles,
a ceniza y carboncillo,
de mil colores.

¡Oh, tronar de tu rugido…!
Su lamento me traspasa, de lleno,
el alma
por la suya desgarrada…

El frío me viene, silbando, por la ventana… Quiere dormir en mis huesos.

¡Oh cántico brutal y sombrío…!
Tras la ventana un niño llora
par a par tiznado,
como el mundo,
de ceniza.

La noche húmeda se revuelve: las calles mudan su gris de otro gris celeste y puro.
El campo, beso a beso, difumina su horizonte… Las nubes, clareadas y tímidas, se dejan besar…
Están muy lejos…

¿Por qué lloras, titán descolorido?
¿Acaso tú, de cuerpo eterno, te has quebrado el alma?
¿Es que tus rasgos marchitos te adolecen…?
Fue un brillo divino que sumió en tu rostro la locura… Luna, temerosa, oscura te acompaña.

¿Y cómo será tu alma dolorida…?

La lluvia, inquieta:
sus cristalillos repiquetean en mi ventana.

domingo, 12 de abril de 2015

El corral mortuorio de los ochenta y cinco cadáveres

A veces estoy de fiesta y no encuentro a mis
amigos

A veces no me encuentro y mis amigos están
de fiesta

Las fiestas son guays porque hacen que la gente encuentre y no encuentre a sus amigos con un vaso de plástico en la mano y sonando cosas disonantes de fondo y soñando otras cosas aún más perturbadoras.

* * *

Ayer te vi de fiesta y me sonreíste toda
lasciva.

Te vi y no te vi mientras en mi corazón tamborileaba Queen mi canción favorita y tú no eras capaz de turbar tu mirada.

Entonces me dije que quizá no es tan malo si sólo te miro
por debajo de los ojos
por encima de las faldas ajustadas
omitiendo los puntos rojos en tus brazos.

Al fin viniste por ti misma
tropezando como loca sin parar con los tacones de la gente que no se dejaba pisar no dejaba que toda
tú sobrepasases sus vidas eternas.
Yo mientras me bajaba tus mejillas pálidas vía Streamcloud.

Cuando llegaste a mi lado yo ya no era yo y tú decías cosas sin sentido.
Me preguntabas cosas que yo no quería responder y yo
te daba mezclas que tú no querías beber pero te las
bebiste
mientras yo te miraba cómo se derramaba el líquido turbio por tu garganta
y no decía nada.


Ponías cara de aburrida algunas veces y mis delicadezas no te hacían gracia.
Tus brazos estaban más fríos cada vez y quizá tus mejillas empalidecieron un poco más.

Te desvaneciste hacia el final entre ruidos y humos agrios por un estrecho callejón.
Mi mezcla tenía demasiado hielo y ahora más 
con tus mejillas era mejor y te habías marchado dejando en mí una huella irreparable que
muchas noches no podrían ocultar.

Yo no podía olvidarte y me concentré en las siluetas sicodélicas que iluminaban el escenario.
Era un escenario bonito y lleno de florituras y cigarros mal apagados pero
todo me sabía mal como pensé después de rodillas en el baño.

Me quedé toda la noche conversando con mejillas de otra gente que no eran tú.
Tú no aparecías no había remedio todo
estaba perdido.


Te vi en el alba.
Yo estaba llorando y tú en un rincón sentada como una flor a medio abrir.
Te hice preguntas y tú no respondiste sólo decías cosas incomprensibles y no te querías levantar.
Tú eres una flor y quieres ver nacer el sol.

Yo te cogí en brazos y algunos cristales crujieron.
Tú no decías nada y me mirabas hipnotizada.

El sol te hizo daño en los ojos.

martes, 31 de marzo de 2015

Soledades #1

Días te veo
deslizándote ligero
almendro y almendro en flor...

Días te distingo,
vacua sombra, vago rayo,
tu amarillo disfraz bañado de sol…

Días te llamo,
tú sin pasos que caminas,
te llamo y no respondes...

Días te escondes,
te escondes, y nubla el alba…

No amanece, ¿esperar…?

Días has muerto
visto, distinguido,
llamado y escondido...

Vacila el sol.
¿Por qué soy?

sábado, 14 de marzo de 2015

Me han felicitado muchas personas gracias

Hoy es mi cumpleaños y Augusto Sonrics me ha dicho que felicidades que por qué soy feliz que si lo ha hecho bien qué ilusión.

Hoy es mi cumpleaños y he desayunado tortitas con sirope fabricado con amor de unas niñas muy lindas y hermosas

Hoy es mi cumpleaños y los árboles se han vestido con hojas y los metros de madrid huelen como a perfume de cumpleaños.

Hoy es mi cumpleaños y una superhamburguesa me ha comido en el restaurante de superman.

Hoy es mi cumpleaños y las nubes han abandonado el cielo porque no quieren oler así.

Hoy es mi cumpleaños y los niños siguen siendo niños y los sueños cositas invisibles así con alas.

Hoy quiero que todos los días sean los cumpleaños de todo el mundo y así todos desayunemos tortitas y seamos felices y Augusto nos felicite a todos y el mundo cambie con gestos de amor.

lunes, 9 de marzo de 2015

Vanguardismo en el ocaso madrileño y en un rincón y sobre más cosas pero no me acuerdo.

En un banco, mientras llovía...

Sobre el árbol, ligera, la cometa. Es roja, azul e inerte, y vuela casi tan alto como los gorriones en Otoño, porque en Primavera son más felices y vuelan más alto porque quieren llegar al Sol. No sé qué se les habrá perdido allí, pero insisten en volar cada año más y más alto. Pero siempre llega una Primavera en la que ya no pueden subir más porque mueren y claro.

Antes de morir se acuerdan, pienso, de todos los Otoños y de todos los Inviernos que han pasado así, volando bajito, con las alas entumecidas de volar tan solo como una cometa. Entonces se preguntan, "¿por qué he sido tan Cometo y menos Avión?

Pero ya están muriendo y da igual lo que hayan sido o lo que sean ahora. De hecho, no saben si serán más que huesos o cenizas, o pasto de algún perro cuando caigan y todo acabe. Y eso es más malo aún porque uno ha de saber lo que quiere ser en la vida. Yo, por ejemplo, quiero ser una cosa así como azul y divertida, de esas que nunca se calientan y por las noches hacen ruido. Tal vez ni siquiera les importe ya qué son sobre el asfalto, así que, siguiendo las doctrinas utilitaristas, la mayoría, es decir, el perro, que es más fuerte que los pájaros, deberá comerlo para beneficio de esa perra que quiere cachorrillos y no sabe cómo.

"Qué divertido será probar, ¿verdad?" dice, entusiasmado, Papá Sabueso.

"¡Guau! ¡Guau!", responde, aún más entusiasmada, Mamá Terrier-Abandonada.

"De verdad, cariño, no hay quien te entienda y claro"  Papá Sabueso sale de entre los contenedores demasiado confuso, arrastrando tras él a Mamá Terrier que no para de ladrar.

Todo es un caos. Mamá Terrier no pone nada de su parte y Papá Sabueso no sabe cómo ni de qué forma comenzar.

"¡Cariño! ¡No sabes hacerlo!" Mamá Terrier está turbada.

"¡Yo lo intento!" Papá Sabueso está muy enojado, tanto que tragaría sin dudar cualquier pájaro muerto que encontrara por la calle. Pero pronto se tranquiliza porque

"Cariño", llama con voz delicada a dulce Mamá Terrier "Volvamos a intentarlo"

Y ella accede de buen grado.

Lo intentan de muchas formas y en muchas posiciones: en el pasillo, contra la pared, sobre la butaca, incluso en la cocina...
Pero nada: las sombras chinescas son imposibles de hacer con este sol, así, tan arriba.

"'¡Cariño! ¡¿Es que no sabes hacer sombras chinescas?!" Mamá Terrier está muy, muy, muy enojada.

"¡Pero si es imposible! Siempre he sabido hacerlas, ¡pero pasa que se me queman!" Papá Sabueso está muy confuso. "Debe ser la luz" argumenta "Hoy el Sol está muy turbado."

No se da cuenta de que el Sol es sólo una cosita así lejos que nunca podrá estar más alto o menos nada que nada y que no se puede mirar al Sol porque te quedas ciego y claro.

"Cariño" Mamá Terrier está tan decepcionada e inestable... "Yo sólo quiero comer y sólo quiero una familia. Y sólo quiero vida social y sólo quiero una pecera a la que no mirar every mornin'. Si tú solo no puedes darme sólo eso, no me da pena ninguna, pero haré como que no eres un sabueso y haré como que ay, la lagrimilla. Pero adiós, me busco algo quizá-mejor-no-comparar."

"¡Pero cariño!" Papá Sabueso: el pánico. "¡Si yo te quiero! ¡La culpa es de la Luz que está muy arriba!"

"¡Adiós! ¡Adiós!" Mamá Terrier: indignación. "¡No me líes! ¡No me líes! ¡Guau! ¡Guau!"


"¡Pío! ¡Pío!"

Un pájaro oye sus gritos desde lo alto de una farola. Se llama Eugenio, y es promotor de viviendas y construcciones paralelas además de espía en su tiempo libre, por sacarse un dinerillo, ya sabes. Bueno quizá es también espía para no pensar durante ese tiempo libre que, por ejemplo, algún día caerá inerte al suelo. El suelo está duro y no le gusta pero eso es lo de menos porque el suelo es gris y ese color ya sí que no lo soportaría. Por eso los días nublados se queda durmiendo en casa de mamá que ay, pobre, qué penita y claro.

Eugenio no duda en volar, volar cual cometa playera hacia su cliente. Sin duda, estará agradecido por esta información, que es buena. Y si no, pues bueno, va a cobrar igual... El Viento le va en contra, qué descarado, y se pierde en algún lugar, quizá en un parque aunque seguramente no porque los parques en Otoño, en fin, son muy tristes y muy poco bucólicos con esos árboles así como crispados y feos y los parterres que son solo terre y no tienen nada de par. Pero sobre todo, ¿qué se le ha perdido al viento en ningún parque?

Todo el mundo sabe que los parques en Otoño no son parques. Esto es algo que está claro. Y si no lo sabes, no eres del mundo. Y si no eres del mundo ¿qué eres? porque claro, el mundo dice lo que es y lo que no es y si tú, que no eres del mundo, dices algo, nadie te escucha porque no eres y no se puede escuchar nada. Y si eres nada, no eres #lógica. Pero tranquilo que ya me encargo yo de rehabilitarte.


Bienvenido al mundo.
Aquí nadie hace nada por nadie y todos hacemos todo por todos. No sabemos quiénes somos, tampoco lo que somos, pero sabemos que somos. Somos el mundo, primera potencia universal en Cosas que son y que No son. Aquí no aceptamos más razón que la nuestra, ni más vida que nuestra vida. No aceptamos más drogas que las drogas ni más música que la que no se escucha. No sabemos qué es bailar, pero bailar es lo que nosotros decimos que es, y bailar, lo que es bailar, pues bailamos. Nos gusta el amor pero no sabemos qué es amar porque claro, amar es lo que es, que te lo decimos nosotros. También nos gustan las cosas que son como son, y si no, nos encanta hacer así como que las entendemos. Pero también nos encantan las fiestas de disfraces, tanto que algunas duran toda una vida... Las palabras también las escondemos porque claro no cuestan dinero pero sí algo que no sé qué es y bueno. Aquí, en el mundo, todo es lo que es menos cuando es lo que no es que entonces es lo que nosotros decimos, y con más razón.

El alma... ¿qué es? Nosotros, el mundo, no sabemos más de alma que del cuerpo caliente, de carne y hueso, el que da gustito. Nos gusta el Verano, las fresas con nata y rellenar huecos con globos y ¡mira cómo suben hacia el cielo...! Y desaparecen porque ya no los vemos. Las cosas son lo que son, y todo es como es. Y claro, ¿quién va a mirarse el alma si es que no se puede ver...? Aquí las cosas son sólo lo que parecen, o bueno, algunas sí y otras no y otras alomejor o a veces...

Nos gusta llamarnos pájaros a nosotros mismos. Sí: los más libres, los más audaces, soñadores vespertinos y gangsters en la noche... Nos gusta ser los-que-más: los que más volamos, los que más reímos, los que más pensamos... Nos gusta que nos miren y digan

horchata!"

Y dejar un breve destello luciérnaga compás.

Nos gusta sentirnos pájaros, bailar fuertes las alas así con el viento mágico que se va, se va, se va... Nos gusta sentirnos pájaros y no reparamos en que todos los pájaros caen al suelo gris un día...
Nosotros, el mundo, decimos todo lo que es y todo lo que no es: tú vuelas, tú no vuelas...

Y un parque en Otoño no es un parque.

sábado, 7 de marzo de 2015

Examen de conciencia

Venid a mi versos palabras vera

se le ha caído un cielo a tu estrella

las manzanas que llevas en esa cesta son casi tan rojas como aquel Enero tus mejillas

y tuvo Eros de sí un hijo, envíole a la tierra efímera y pagana y pues nada no sé qué hago aquí


* * *

soy demasiado bueno muchas veces demasiado bueno muchas veces demasiado bueno


* * *

mañana es lunes y yo

hoy es un día de Enero nublado

hoy es de Enero nublado un día

hoy es un día nublado de Enero

hoy hace lluvia en mi cerebro y

* * *

¿Eran soles o eran lunas?

¡Callaos, optimismos del mundo!

vuestros gritos hacen ruido

* * *

 qué hago aquí

* * *

tal vez consista en librarse

de la vida

de vez en cuando

y quizá mirar hacia el alma


* * *

abismos que se satisfacen por si solo

el tiempo no pasa la muerte no existe

y la muerte

dónde acaba la muerte

viernes, 6 de marzo de 2015

La suciedad en las uñas de tus zapatos.

la suciedad en las uñas de tus zapatos

incandescentes cuando la vida descarada te pregunta

qué quiere hacer consigo misma

y tú no la respondes porque yo aparezco en todos tus planes y

tu cerebro no lo puede tolerar no

es tan impensable y tan macabro y

tan romántico que me miras tan bonita

tan dulce desde los ojos que yo no espero

a derretirme pero

no sé por qué siempre ocurre una cosa

y siempre no lo espero y pasa

que te rompes así como si explotares y entonces

mi vida dice algo así de despertar

sin mi permiso un nuevo día.

viernes, 20 de febrero de 2015

3.

Es extraño.

Yo amaba, antes de anoche, aquella estatua fría y negra: su rostro así, fruncido, reprochando al mundo su miseria, o sus magníficas ropas corridas al viento... Tú, anoche, acabaste con ella.

Aun al sol hace frío, pero más que contigo.

Me he sentado en un banco frente al parque de los niños. Desde aquí puedo oír sus risas, a veces dulces, algunas estridentes, inocentes todas ellas. Apenas perceptible, cual murmullo, corre la tuya. Plata suena y clara, sincera, pura, perlada.


Anoche tú también cantabas, como esas niñas rosadas hoy vestidas de sol.

Eras Luna, anoche, roja en las faldas. Albo jazmín tu pecho, y su tizne gris... Cristal vehemente tus ojos templados y verso, verso prudente y verso blanco, o púrpura allá, afuera en tus labios... Anoche lucían en oro tus cabellos pardos.


En los árboles grises se posan los negros pájaros y manchados, bajo las alas, de albo. Otros, gorriones, revolotean entre las nudosas ramas, desnudas como agujas hacia el cielo...  "¿Qué buscáis en mí?", pregunta, triste, el árbol viejo. "No tengo fruto ni hojas, y apenas mis brazos ya soportan el vendaval helado... Sólo duermo, pájaros negros: aquí sólo me resta el sueño."
Y, perdidos, los pájaros buscan su vida en la ciudad muerta.

Los árboles crujen inertes ante el viento otoñal e impasible. Yo me estremezco con ellos, y tan sólo puedo mirar... Mis ojos también crujen.


Anoche cantaban, ¡sí!, en oro, tus cabellos. Yo atrás me quedé, observándote toda, sombra enjoyada... Y fulgían ellos al viento, teñidos en pálidas flamas.

Seguí, soñé tu sombra. Tú, riente, tus faldas volaban... Corrí tras de ti temiendo, quizá, alcanzarte a los susurros... Veloz, impaciente me esperabas, como brisa, y en tus ojos me sonreían las verdes estrellas... Pedí, ansié tu cuello, pálido y frágil, bajo el claro de Luna, ya sombra.

Reinaba el silencio, ¿recuerdas? Tú estabas tan cerca, y tu alma...

Fue tras Oscuridad, en una estrecha calle. Tus labios crepitaban, sinuosos, a ras mi cuello... Tu aliento, grave brisa, palpitaba mis venas dormidas, y encendió en mis mejillas frías la tenue aurora, roja.
... Yo recorría laberintos, anchas calles... Tu espalda, agitada. Rubios tus pardos cabellos, colmaban en fulgor mis ojos, y en tus rizos pendía el fuego, la flor, la llama...

Reinaba el silencio, y entre todo él, un tímido gemir, suspiro...

Tus cabellos llovían chispas. Mi voz, susurros templaba. La Luna caída, la noche cerrada... Mis labios ansiosos, tu labia velada... Tus manos de frío prendían heladas mi espalda, y tus iris violetas mecían, perdida, mi mirada...

Anoche cantaron, en oro, tus cabellos pardos. Cantaron estrellas, etéreos los vientos... Más: esponjosas, virginales nubes, brillantinas vivas y viejos colores... Abiertos, verdes prados; espuma blanca sobre el mar y sus alcores; un cielo raso, raso y lleno, y fina flor, rosa trenzada en el cabello de un gigante... Anoche oí los breves cánticos e inmortales, allá tras el espacio y la frontera... Anoche soñó mi alma existir en su eterna primavera.

                                                                                  * * *

martes, 3 de febrero de 2015

Camino (Platero y yo)

¡Qué de hojas han caído la noche pasada, Platero! Parece que los árboles han dado una vuelta y tienen la copa en el suelo y en el cielo las raíces, en un anhelo de sembrarse en él. Mira ese chopo: parece Lucía, la muchacha titiritera del circo, cuando, derramada la cabellera de fuego en la alfombra, levanta, unidas, sus finas piernas bellas, que alarga la malla gris.

Ahora, Platero, desde la desnudez de las ramas, los pájaros nos verán entre las hojas de oro, como nosotros los veíamos a ellos entre las hojas verdes, en la primavera. La canción suave que antes cantaron las hojas arriba, ¡en qué seca oración arrastrada se ha tornado abajo!

¿Ves el campo, Platero, todo lleno de hojas secas? Cuando volvamos por aquí, el domingo que viene, no verás una sola. No sé dónde se mueren. Los pájaros, en su amor de la primavera, han debido de decirles el secreto de ese morir bello y oculto, que no tendremos tú ni yo, Platero...

sábado, 31 de enero de 2015

2.

Es curioso.
Has cerrado la puerta y, ¿dónde está el sol? Y las nubes, la luz o los colores... ¿Dónde han ido todos? Sigo tumbado en la cama a oscuras y huele agrio y fuerte, a tabaco. El humo apenas me deja respirar y mis ojos rabian. Llorando, exigen aire puro.

El sol parece no iluminar jamás. ¿Qué hora es?, ¿dónde estás...? anoche no tuviere sentido preguntar.
Desnudo, me asomo a la ventana. ¿Qué ciudad es esta, tan a mis pies...? y el frío sol eriza mis pálidos brazos...


Anoche te vi luciérnaga en la amplia calle, contando estrellas. Anoche me miraste, buscándote yo sin siquiera saberte... Anoche vinieron a mí tus sonrojados labios y, sin palabras, a verbo y corazón nos condenamos.


Las escaleras suenan, cinco pisos, huecas. Las paredes se desnudan solas, sin brisa compañera... El sol, helado, ilumina las calles, los tejados, los árboles y, a lo lejos, la plaza. Subo calle ancha arriba, como cualquier sábado, sin timón o rumbo...


"Eh, sí, tomaré un café. Con leche y mucho azúcar, por favor: que no sepa a café."

Y salgo, en invierno, a la terraza.


Anoche, amor, negro vestías. Yo te vi pálida, luna morena, rosa cerrada, soberbio candil... ¿Y qué, amor, vieron en mí tus ojos cuando, altivos y deseosos, silenciosos me miraron?



A mi lado hay una botella de anís y tres ancianos. En silencio, sin prisas, juegan a las cartas.

"¿Cómo quedó ayer el Madrid?... ¿Que te duele qué?... ¡Mira que irte, lloviendo, a tal sitio...!"

Escucho, maravillado, sin poner los oídos, su ronca voz y desgarrada: ¡cómo dicen cualquier cosa...!

¡Qué jóvenes vosotros, ancianos del mundo! El tiempo o el miedo marcan ya vuestros rostros: rozáis el suspiro...
¿Qué será en vosotros, ancianos, el cielo negro que sobre mí se abate...? Y sus distantes ojos y pétreos, aguagris o ceniza espesa, ¿qué mirarán más allá de las cartas, la mesa o el melancólico compañero...? ¡Qué jóvenes vosotros, ancianos del mundo! ¡Qué jóvenes vuestros rostros arrugados, secos y cansados...! ¡Qué jóvenes...!

Termino el café y subo, sol en alto, hacia la plaza. La brisa, juguetona, remueve mis cabellos, que bailan con ella no se qué sin sentido vals... La calle ancha se torna más nueva y colorida según subo: los rojos más vivos, los negros más claros, el cielo más y más azul... Se oye ya, a lo lejos, la traviesa musiquilla del mendigo: a veces rápida, otras más lenta, siempre alegre...



Anoche nos vimos, ¿recuerdas? Tú mirabas mi cuello rojo; yo miré tu pecho endulzado... Anoche quizá nos encontramos: yo no iba, tú de copas. Te miré a través de un cristal, cual inocente muñeca de trapo, su ternura y fragilidad... Y tú me viste, amor, ¿cómo?
Humo negro...



La plaza en viento y sol se abre, con todos sus ropajes negros, rojos y mármol.
Atravieso los breves soportales oscuros y entro en ella, desierta, discretamente iluminada por la mañana humilde de Invierno. En una esquina, el mendigo tiene su hogar y, clamando al Tiempo, a Dios, danza con sus dedos sobre las teclas ocre de una vieja pianola; canción pobre, canción sola, canción del alma...



Tú detestas a los músicos de la calle. Detestas sus no cadenas, su no grandeza, su imposible vida... Detestas que toquen, allí, con el alma en la calle, donde el viento, avaricioso, toma su pedazo de canción y la hace suya, la eleva sobre el cielo, más y más allá, donde podríamos nunca llegar...

Detestas a las muchedumbres ajenas que, insolentes, desprecian las joyas que tú admiras y las cambian por baratijas miserables y mundanas.



La plaza no es grande.
Rodeada toda de soportales, en el centro una gran estatua de hierro recuerda algún marqués muerto eternamente cabalgando, inmóvil, sobre el duro mármol.

¡Es tan triste esta estatua sola en el invierno frío! Y fría ella, al silencio condenada... ¿Cuántos han visto, rostros, tus ojos, instantes de vida luminosos, y luego, en tu quietud infinita, dejar que huyan y mueran...?

Anoche, este marqués hubiere irremediablemente muerto.

Como si anoche fuera pinto, con el alma, sus faldas color de rosa, sus cabellos de flor de Mayo, y su magnífico corcel es ahora un inocente burro plateado...
¡Es así, estatua pobre y sola! ¡Es así cómo, desde anoche, has de mirar la vida!

                                                                          * * *

jueves, 29 de enero de 2015

1.

Es domingo.
El sol naciente duerme sus rayos sobre nuestra almohada. Tú me miras desde las nubes grises que encapotan el cielo, depositando en el cenicero la nostalgia de un cigarro. Estás sentada frente a mí, a un lado de la cama y, escéptica, me miras como hace unos segundos, como ayer, como mañana... ¡Oh, amor! ¡Tú sabes que no soy ningún conocido ni poeta y aun así, míranos, besando en tu habitación el raso cielo...!

Baja la música, por favor. Candente tú me miras y no puedo resistir el breve impulso de ir allí donde tú estás, apenas dos segundos, y besar tus labios de azul... Pero no iré, no. Si te besara ahora, perdería, con la mañana, el alma.

Tú me miras desde la ventana, sobre la cama sentada. Las mantas son rojas y tú contrastas con ellas como un cuadro de pintor barato. A ti no te gustan los pintores. Te levantas y tus piernas desnudas translucen unicornios y odas rosas. Podría irme yo de la cama, desnudar mi pecho y de albura tus piernas blancas... Pero tan sólo observo cómo te vistes con un viejo arcoíris de fieltro...

Las ropas de ayer por la noche no te quedan deliciosamente bien. Allá ibas anoche deslumbrante, sórdida e irreconocible, llena de luz, inaudita y angelical... Allí ibas anoche, y yo te vi luciérnaga...

Te vistes de extraña, como anoche. Me miras fijamente, y yo...
Yo te miro más allá de tus ojos, de ti... ¡Qué horrible invierno! Si te desnudaras de nuevo no dudaría en lánguidamente acariciar tus mejillas rosas, rosas, rosas, hinchadas y tiernas, fogosas... Si te desnudaras, amor, de nuevo, si soltaras tus rizos pardos al viento, si chocaran tus labios a mis ojos ásperos, tu voz a mi voz marchita... ¡rosas! ¡rosas! ¡rosas!


¿Ya sales, tras la aurora, al mundo? Te observo desde la cama exaltado, borrosa. Tu espalda es muy pálida a través del abrigo, extraña. Abres la puerta y pregunto

"Seremos énfasis, futuro, infinito o placer."

antes de que te vayas.

Te das, graciosa, la vuelta. Tu flequillo baila, gracioso, un extraño movimiento, dos, tres, y me respondes

"¿Hay mayor delirio o drama que un "Escribiendo..." eterno que jamás acaba?"

Yo ya me he ido...

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lunes, 12 de enero de 2015

Charles Baudelaire: Embriagaos

Hay que estar siempre ebrio. Todo se reduce a eso; es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo, que os destroza los hombros doblegándoos hacia el suelo, debéis embriagaros sin cesar.

¿De qué? De vino, de poesía o de virtud, como os plazca. Pero embriagaos.

Y si alguna vez , en la escalinata de un palacio, tumbados sobre la verde hierba de una cuneta o en la sombría soledad de vuestro cuarto, menguada o disipada ya la embriaguez, preguntadle al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, canta o habla,  preguntad qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, os contestarán: "¡Es hora de embriagarse!" Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía o de virtud, como os plazca.