domingo, 26 de abril de 2015

4.

Es brillante.

Las flores me saludan esta mañana desde sus balcones de tierra, guiñando, entre sus pétalos, una endeble gotilla de agua.

Las calles se han abierto hoy. El sol las transluce y se difuminan en arcoíris y cristales sin niebla, sin humo, sin gris… Las hojas de los árboles pintan hoy su verde en las aceras y las personas, extrañadas, pueden respirar.

El día es azul, pero las estrellas nublan el cielo. Las hay grandes, más que el sol. Son redondas y sonríen... Otras, pequeñas, son sólo un pequeño rasgo en el cielo. Me miran curiosas, pero están demasiado lejos. No podrían llegar…

Una brisa tramposa y sincera recorre la ciudad. Sortea tranvías, faldas, se arremolina en mis brazos... Está fría, pero es dulce, y arrastra pequeños pétalos rosáceos, diminutas chispas de luz... Mis brazos se erizan sin querer. Tengo frío, hoy, esta mañana.

“Mañana” susurraste, en sueños, anoche.

“Yo, mañana…” repetías una y otra vez, y no sabías qué decir.

El taxi paró en una calle más nocturna. Me diste la mano: no querías tropezar. Mis ojos relampaguearon y quise decirte que está mal caer conmigo, que es más enredado... Tú ya no me mirabas. Tus rizos me acariciaban... Te paraste en el rellano, anoche, tus mejillas encendidas.

Yo te miré a los labios. Ellos me miraban. El silencio, arrebatado, se hizo dueño, en nuestras manos, de todo lo que no buscamos, anoche, lo que no dijimos, anoche, lo que no sentimos…

Anoche me miraste y tus ojos se perdían en la nada. Anoche me miraste y una lágrima, quebrada, se arrojó a morir de entre mis ojos.

“Mañana…” susurraste a mis lágrimas. Tu voz, pastosa, soñaba...

Un destello restalló en la oscuridad adormecida. Un fugaz fulgor, tan breve, paseó por mis pupilas…

"Mañana..." tú, evadida...
"¿Me buscarás, amor, mañana?"

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