lunes, 20 de abril de 2015

Soledades #3

La brisa, leve, sacude la montaña
que se agita.

No se ve, su alma, la montaña.

La amapola se rinde al juego celeste,
festín de luces, colores y sombras…

No se ve, su alma, la amapola.

¡Ya vaga el río perdido,
sonando entre estrellas y fuegos de artificio…!

No se ve, su alma, el riachuelo.

Un pastorcillo se mira,
se mira y no se encuentra…

Se fue.
Se fue, su alma, con ella.

Picando, la lluvia sombrea los caminos
tiñendo nubosos los prados verdes…

¡No, alma! ¡No me dejes!
¡No, por favor, me duelas!

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