Déjame pulsar tus labios,
lentamente, sobre frío.
Dame luz sobre los ojos,
tiernamente:
expulsa mi olvido.
Admite, suspira, una palabra:
será nueva, viva, rosa
al tacto de tus oídos.
¿Por qué das la vuelta,
si me miras,
ese brillo ciego que aún espero?
Y la herrumbre que aún salpicas
oxida, invierno, mi piel…
Cae, desnuda, la cortina
sin cristal.
Tú a lo lejos:
un viento o abismo nos separa.
¿Y mi aliento…?
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