¿Estás despierta? ¿Me miras
como yo te miro a estas altas horas?
¿Escribirás mi nombre en ese cristal cuando no te vea?
¿Volverás si sientes un grito o un viejo aullido
desde años, kilómetros, atrás?
Qué poco falta.
Qué titilantes luces bastan para que un corazón herido
recobre la esperanza.
Y busca, dormido. Busca a su alrededor señales, estrellas, incendios,
montañas. Busca en cimas, llanos, tiendas de zapatos,
cafeterías, moteles, charcas.
Busca en luces más brillantes y otras apagadas.
Corre, tropieza. Se levanta y ya no camina: se sumerge,
vuela. Y al final, una luz
escondida entre las cuevas, espinas, rosas...
Y si más allá no hay luz cualquiera,
desangrándose ya, la inventa.
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