Es tímida la lujuria que viene hoy a
visitarme.
Los cuerpos desnudos y blancos que ayer imaginaba
se han perdido en un horizonte
y ese horizonte queda detrás de mí.
Las fantasías nocturnas de tú y de yo
y de una cama
han quedado preñadas por un olvido e incapaces de respirar.
Y sé que esta opresión en mi estómago no es más
que una de ellas que lucha
por salir de mí.
Por respirar más allá de mi cerebro.
Por extenderse a través de palabras sobre un papel.
Por encima de mi cadáver.
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