martes, 25 de noviembre de 2014

Delirio #46: Cascada de pelo

Fuimos cómplices,
ladrón y sombras,
como lobos, escondidos,
entre rizos y entresijos,
y misterios sin resolver.

¡Tan lejana fue la música...!

Y las notas que tocamos,
danzarinas y ligeras,
como viento o suave brisa,
que mecía tus cabellos.

Y las horas eternas,
de tiernos besos y pasiones,
de inconclusa búsqueda
por lo ancho y lo divino;
mis manos por tus manos
y un beso que escapaba,
lejos huyó, lejos
de ti, de mí, del mundo,
que entre tus cabellos
encontramos.

Entre beso y beso,
risas.
Risas tímidas
y tímidos suspiros,
silenciosos y vívidos,
consumidos en pasiones,
escondidos en secretos;
en tus labios y en los míos.

Y tú, que sin piedad
reías,
y volvías a reír,
yo sentí que me moría
a risa, beso y
de nuevo, sonrisa.

* * *

¡Cómo tus mejillas encendidas!
Vivas llamas color de rosa,
como tímido fuego
sobre nevadas praderas,
y mil pardas lunas que jamás pude contar.

Ardiendo estaban todas,
vivas.
Sin saber bien cuándo, cómo
o por qué,
ni qué hacían allí.
Sólo eran, y temblaban,
al sinuoso y trepidante ritmo,
de las preguntas sin respuesta,
de canciones indiferentes,
que, entre tus cabellos,
resonaban.

Y junto a tus mil lunas
te meciste.
Tu ritmo y mi compás,
a tormentas compusieron,
los eternos himnos que agitan,
turbulentos corazones.

Viejas notas de viejas melodías,
desde el ímpetu de las pasiones,
besaron tus besos mis labios,
y mis labios tu mirada.


Y fuimos en la nada,
cenizas
que el viento esparce,
desde el fuego del alma.

Y fuimos fugacidad,
presos
por nuestras manos,
humo, suspiro, paréntesis.

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